Cristina García

«Tengo dos actividades, la del Club de Convergentes y la de Zitro , y tengo que luchar además para que sean legítimas y compatibles»

Hace dos años, en la víspera del 4 Expo Congreso, cenamos con Cristina García y unos cuantos comensales más. Probablemente ella no lo recuerde, pero nos dio su tarjeta. Recuerdo incluso la conversación que hubo pero, sobre todo, recuerdo la primera impresión que tuve de ella. Altísima, parecía tener mucha experiencia en el sector, transmitía mucha seguridad en sí misma. Hablaba con cierta seriedad, de temas de altura, del todo inaccesibles para nosotros. Sí, decidí que definitivamente aquella mujer me imponía.

El caso es que en la pasada edición de la Feria Internacional del Juego tuvimos la oportunidad de charlar con ella. Fueron siete minutos de conversación alrededor de un trípode fotográfico que sirvió de mesa improvisada y en los que nos contó gran parte de su historia en el sector y algo de su vida privada. Pero sobre todo nos demostró que la impresión que teníamos de ella era casi opuesta a la realidad. Se trata de una mujer divertidísima, risueña, con un gran sentido del humor y dispuesta a charlar sobre casi cualquier cosa. De hecho, rompió el hielo ella: «Lo bueno es que vosotros sois más altos que yo, así que no me vais a hacer comentarios sobre mi altura. Es que me han dicho de todo. Hasta que tengo más patas que una gamba [risas. Juzguen ustedes.

Su historia es la siguiente: «Entré hace veinte años en el sector de bingos, en la compañía valenciana Vaprel. Necesitaban una delegada comercial para las dos Castillas y Madrid, se fijaron en mí y me fui con ellos. Trabajaba en Madrid, aunque la central estaba en Valencia. Estuve con ellos tres años y aprendí muchísimo a pisar moqueta, lo que significa que aprendí desde abajo, las necesidades de la sala y del personal. Como tengo formación en Derecho comencé a ayudarles en temas de papeleos, homologaciones… Lo que también me curtió. Y luego llegué a Metronia, que entonces se llamaba FB Técnicos Asociados. Allí sigo con las labores comerciales y aprendiendo, conociendo el sector pero también conociéndome el sector a mí. Cuando los hermanos Ortiz entran en el accionariado de Metronia en 2003 llegan los videobingos y las máquinas. Nos encontramos con unas máquinas geniales pero que no tenían cobertura reglamentaria en España. Ahí empieza mi labor en materia de regulación. Empiezo a aprender los reglamentos de toda España y ver por dónde podríamos encaminar el tema. Nos encontramos entonces con Andalucía, donde estaban José Antonio Soriano (pulse aquí para leer la entreviosta que mantuvimos con él) y Antonio Vallejo. A Antonio Vallejo, lo he dicho muchas veces, lo considero mi maestro, por cierto. A partir de ahí, y dando muchas vueltas, encontramos la figura de la máquina B4, que sale en 2005 y el resto es historia. Se empieza a replicar en el resto de las autonomías, es un producto que funciona, que marca la evolución de la máquina especial para establecimiento de juego». Dos minutos ha tardado -tengo la pista de la grabadora delante- en resumir casi toda su carrera. Dos minutos en los que no ha dejado de sonreír.

Y sigue durante un minuto más, en el que resume lo acontecido desde 2011:  «Vamos con mi trayectoria con Johnny [Ortiz]; en 2011 ingreso en Zitro y sigo encantada. Pero tengo que hablar de Manuela Jiménez (pulse aquí para leer la entreviosta que mantuvimos con ella) . Es mi madre profesional, mi profesora…. La adoro, es ángel. Y luego está el Club de Convergentes, que es una asociación que aglutina los intereses de los fabricantes en el ámbito de las máquinas especiales. Hablamos de racionalizar procesos, de un montón de cosas… Y, bueno, pues que encantada [risas. Se nota que está orgullosa de su labor, que hace lo que de verdad le gusta hacer. Tiene una energía casi contagiosa.

Le preguntamos por sus aficiones, aunque intuimos que poco tiempo le quedará fuera del mundo laboral, y -esta vez sí- no nos equivocamos: «Tengo dos actividades, la del Club y la de Zitro , y tengo que luchar además para que sean legítimas y compatibles; tengo un niño de catorce años y una niña de ocho; y tengo un marido. No tengo mucha ocasión de tener hobbies. Para dormir tengo que leer, ese podría decirse que es mi hobby. Antes sí escuchaba muchísima música, sobre todo pop británico. A nivel nacional destacaría Radio Futura. Pero mis referentes internacionales son Depeche Mode, The Cure… Yo iba en plan gótica. Bueno, pre gótica, porque todavía no existían los góticos [risas]. De los actuales, me quedo con Hurts». Comparto sus gustos musicales, y así se lo hago saber, pero desde ese momento imagino a Cristina García con unas mallas en los brazos y los labios pintados con carmín negro y no paro de hacer una mueca para que no se note que contengo la risa. Ella se da cuenta y ríe aún más. Todos pasamos por la adolescencia (servidor imitaba a los miembros de Oasis en el peinado, la ropa, los zapatos y, lo que es peor, la actitud), incluso la Secretaria General del Club de Convergentes. Pero muy pocos los reconocen, y eso es un mérito que debemos reconocer y destacar. Y sigue: «El cine, cuando puedo, también me gusta. Pero el problema es que tengo poco tiempo y debo buscar la conciliación familiar. Imagínate buscar un a película que le guste a Alfonso [Sánchez] (pulse aquí para leer la entreviosta que mantuvimos con él), a una niña de ocho años, a un niño de catorce y a mí. Al final acabamos viendo Los Vengadores. Pero en mi época era de versiones originales subtituladas».

Y esto es lo que dieron de sí los escasos siete minutos de charla. De hecho, nos despedimos y cuando terminamos de recoger ya no está ni siquiera ni en el pasillo donde conversamos. Vivir con intensidad o, lo que es lo mismo, aprovechar el tiempo, debe ser otro de sus hobbies.

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