«Cumplimos con nuestra obligación, que es intentar tramitar de la forma más eficaz posible todos los requerimientos a los que obliga la ley».
Rosario Gómez García es Directora General de Financiación, Tributos y Juego de la Junta de Andalucía. Estudió en la Universidad de Málaga, donde actualmente es profesora titular de Teoría Económica. Su tesis (defendida en la Autónoma de Barcelona) trata el tema del federalismo fiscal, motivo por el cual la llamaron para ocupar el cargo que ostenta. Por eso, y por las publicaciones sobre políticas impositivas que figuran en su curriculum.
Nos recibe en su despacho por la mañana, elegantemente vestida y con una sonrisa que logra disminuir la tensión que, sin remedio, tienes cuando conoces a un alto cargo. Le pedimos permiso para empezar a grabar, y asiente. Está acostumbrada. Se nota porque no mira la grabadora en ningún momento. Y así empezamos a charlar.
Primero nos cuenta cómo llegó a dirigir la política fiscal de la Junta de Andalucía: «Mi tesis doctoral es sobre federalismo fiscal. Terminé aquí por el tema de la financiación económica, mi perfil les interesó. Llevo once años en servicios especiales». Es una tecnócrata, desde luego. Pero lo cierto es que a Rosario Gómez no la escogieron para gestionar el juego, eso le llegó después, cuando la Junta decidió agregar el sector a la Dirección General de Financiación. Por eso, para ella, la cuestión es meramente administrativa, y conoce el sector desde ese punto de vista.
Antes de relacionarse con asociaciones y empresarios, el mundo del juego le generaba rechazo; la legislación al respecto, que equipara el azar al tabaco, tampoco ayuda a que una persona que nunca ha jugado a una máquina ni ha entrado en un bingo vea el juego como una actividad empresarial más. Pero después de tratar con las personas -que, en efecto, son el sector en sí mismo, la profesión no es un ente abstracto-, la cosa cambia: «Mi relación con el juego ya no es la de una persona de la calle. El conocimiento de la actividad y sobre todo de las personas y de las asociaciones hizo que cambiase mi visión. Puede haber más o menos sintonía, pero los empresarios del juego están obligados a tratar directamente con la administración, así que la relación es mucho más intensa que con cualquier otro sector. Cumplimos con nuestra obligación, que es intentar tramitar de la forma más eficaz posible todos los requerimientos a los que obliga la Ley».
Y es que hay pocas cosas en la vida que no resulten interesantes al conocerlas con la profundidad adecuada. De hecho, no se me ocurre nada. Debería ser delito no enseñar eso en los colegios. Igual que no hay temas aburridos, sino desconocimiento, tampoco hay verdades absolutas, eso también lo tenemos claro. Los empresarios y empresarias del juego consideran que el País Vasco está a la cabeza en lo tocante al azar, y casi todos coinciden en que se debe a la unidad de las asociaciones. Y, según parece, no les falta razón.
Rosario Gómez ha recibido y recibe críticas furibundas por no haber regularizado determinadas cuestiones en Andalucía; en esencia, se le reclama que tome partido por una asociación o por otra. Pero lo único cierto es que ese análisis es tan lógico como simplista, porque obvia la otra cara del problema, que existe y está ahí. La descubrimos mientras comentamos la situación actual: «Con la crisis económica el sector se ha resentido. Nosotros intentamos no poner trabas, pero si regulas, tienes que plantearte cómo y el qué. Muchos empresarios han peleado un hueco en unas condiciones determinadas, y si las cambias, tienen que empezar de cero. Este es un mundo complicado».
Ahora todo va encajando. Cierto es que Andalucía es muy grande, y el número de empresarios es muy superior al de otras comunidades más tendentes a la concentración empresarial, por eso es un problema extremadamente complejo ponerse de acuerdo. Y por eso no existe una solución sencilla. Desde luego, ella es consciente de la importancia de su cometido: «Para que el sector sobreviva hay que cambiar cosas, porque como está no puede seguir. Hay puestos de trabajo en juego. Además, los impuestos derivados del juego son importantísimos para la administración, y sirven para financiar otras cuestiones esenciales para todos». Ahora falta saber el qué y el cómo.
Visto lo visto, le preguntamos que si echa de menos las aulas, y no lo duda mucho «En alguna reunión he pensado lo bien que estaría dando clases [risas]». Cuando contestamos que en épocas de exámenes y revisiones seguro que añoraría esas reuniones, tampoco titubea: «Cada cosa tiene sus ventajas e inconvenientes, pero los alumnos son un público más callado [más risas]».
Al terminar, le pedimos una foto, a lo que accede sin mayor problema. Recogemos y nos marchamos con la sensación de haber aprendido bastante, pero sobre todo con temas a los que darle vueltas durante varias horas. Es lo que tienen los asuntos poliédricos.