«Me conocen como el andaluz, y estoy orgullos de ello»
Javier López Ayuso es el gerente de EGASA XXI en Andalucía. Ocupa el cargo desde 2006, aunque lleva en la empresa desempeñando diferentes puestos desde 1999. Nació en Madrid, pero desde que vive en Sevilla se siente andaluz, y con ese apodo lo conocen. Habla en primera persona cuando se refiere a los andaluces. Cuando empezamos con esta revista, nos pusimos como meta mostrar al mundo -al mundo que tenga a bien seguirnos, claro- que el juego no es algo oscuro, repleto de dinero sucio, sino más bien todo lo contrario; este sector está lleno de creatividad, historias personales ejemplares, experiencias de lo más variopintas y mucha diversión. Por eso ponemos nuestro empeño en hablar con los empresarios y trabajadores y mostrar su lado más amable (que siempre lo hay; no buscamos la polémica, pero tampoco una operación de cosmética). Lo cierto es que Javier bien podría ser el ejemplo perfecto de la imagen que queremos enseñar.
Nada más comenzar, nos cuenta por qué le conocen como el andaluz: «Vengo de Madrid,una ciudad más rápida. Me costó adaptarme, sin embargo me he vuelto un ultra absoluto de Andalucía. Defiendo nuestra tierra. El estigma que tenemos los andaluces sigue siendo el mismo, pero hay gente que trabaja contigo, que pelea, tenemos gente creativa, con muchas ideas… nos cuesta vendernos porque el estigma es fuerte y complicado». Le sienta bien el apodo, sin duda.
Enseguida comienzan las anécdotas. La primera, relacionada con el local donde montó el primer salón en Sevilla: el dueño del local incluyó una cláusula en el contrato de alquiler que les obligaba a ceder los balcones durante esa Semana Santa para ver las procesiones; por lo visto, ya los tenía comprometidos y quería cumplir con los compromisos. Para que luego digan que los andaluces no somos gente seria. Durante la madrugá de esa Semana Santa, además, aconteció la famosa avalancha (año 2000). Fue un bautismo como andaluz de lo más completo.
La cosa es que con tantas anécdotas, pasamos por encima sobre el asunto de la legislación del juego en Andalucía. Javier piensa que estamos un paso por detrás por cuestiones políticas; debemos ponernos al nivel del resto de comunidades porque es algo que pasará tarde o temprano, y retrasarlo no beneficia a nadie. Entonces, ¿por qué no lo hacemos ya?. Nadie sabe por qué, y, peor aún, cómo. Así que tampoco vamos a perder más tiempo en arreglar el mundo.
Nos narra a continuación la historia de una mujer cuya experiencia ha inspirado la breve introducción de esta entrevista: «Había una señora de La Línea [de la Concepción] que estaba jugando desde las 9 de la mañana hasta las 11 de la noche; no sé a qué a se dedicaba, era una señora mayor. Siempre jugaba en una o dos máquinas. Ganaba el premio, y seguía jugando. Cuando le dijimos que se cambiara, que ya había ganado, nos contestó que le daba igual la máquina, que no lo hacía por el dinero. Sólo buscaba compañía, un trato agradable y estar con el personal del salón. Quería que le atendiéramos. Al final esto va de hacer feliz a la gente; no es la máquina, el 80% es el trato y el servicio que prestamos». Ya decimos que los salones de juego no son sólo un local donde tentar a la suerte. En este mundo, el recreo cumple una función social, y eso es tan legítimo como necesario.
Encadena un sinfín de vivencias, algunas más agradables que otras; pero todas hacen entender mejor cómo un hombre nacido en Madrid acaba viviendo en Sevilla y siendo hincha del Betis. Dicen que los andaluces somos un pueblo acogedor, pero lo cierto es que personas como Javier nos lo ponen muy fácil.