Antonio Falcón ( 1ª parte)

 

 

Antonio Falcón. Director General de Interior, Juegos y Espectáculos. 1982

Antonio Falcón. Director General de Interior, Juegos y Espectáculos. 1982

Esta entrevista tiene un formato un tanto especial que debemos explicar. Además de salir en dos números debido a su extensión, notaréis que no hay ni una sola cita literal en esta primera parte. Esto se debe a que es una reconstrucción de su biografía a partir de la charla que mantuvimos, así que no tiene mucho sentido transcribir párrafos enteros que no harían si no aumentar la extensión de un texto que, por otra parte, no necesita el apoyo de las palabras de Antonio Falcón: en esta primera parte no hay opiniones, polémicas o anécdotas; en el texto que podréis leer a continuación está resumida (mucho) la vida del hombre que tuteló durante un tiempo la profesionalización del juego en Andalucía. Y ha de ser así necesariamente porque si no, la entrevista -ya sí, convencional- que publicaremos en el siguiente número quedaría incompleta. Bueno, por eso, y porque es una vida interesante y queríamos contarla. Sin más. Así que vamos al tema

Antonio Falcón Romero nos recibe en su domicilio, en una localidad del cinturón de Sevilla. Hablamos sentados en su jardín de estilo inglés. Dicen que las casas reflejan la personalidad de los que la habitan, y después de hoy no puedo estar más de acuerdo con esa hipótesis. Luego veremos por qué. Nace en Alanís de la Sierra (Sevilla) en 1951, lo que le supone estudiar con los planes de estudios franquistas -de esos en los que con diez años debes tener claro tu futuro-. Su verdadera vocación es ser veterinario, así que se decide por un bachillerato laboral para trabajar en el campo con animales. Incluso, con 15 años ya conduce tractores. Pero antes de ingresar en la Universidad, su padre le comenta que ese año es el último en el que está vigente un plan de estudios en virtud del cual con 18 años alcanzas el nivel necesario para ejercer el magisterio.

Responsable desde la juventud, entiende que las carreras cuestan un dinero, y que no es hijo único. Por ello decide seguir el consejo de su padre: primero asegurar una fuente de ingresos, y después estudiar lo que le apetezca. Así lo hace: en poco más de una década ya es director del Colegio Aljarafe. En esa época se licencia en Derecho por la UNED. Por no perder el tiempo.

En 1982, con 31 años, le llama la joven Junta de Andalucía para ser el Director General de Renovación Pedagógica, pero por cuestiones administrativas no llega a ocupar el cargo; empero, ya bien relacionado con la administración, le proponen gestionar otra dirección general, la de Interior, Juegos y Espectáculos. En principio, él no tiene conocimiento alguno de esos temas, pero se sabe rápido en el aprendizaje, así que acepta. Y así comienza su vínculo con el mundo del azar.

Antonio se convierte de esa manera en el máximo responsable político del proceso de profesionalización del sector. Se encuentra un mundo que hasta hacía muy pocos años era marginal, ilegal, y en el que todo está por hacer. Operan sin licencia decenas de empresarios con máquinas sobre las que no existe control alguno. Por terminar de dibujar el contexto, preside la Junta de Andalucía Rafael Escuredo, con José Rodríguez de la Borbolla como Consejero de Gobernación y vicepresidente. Pronto, Antonio Falcón aprende dos cosas: una, que máquinas, salones, bingos y casinos son tres universos distintos, con necesidades igualmente diferentes -a veces, opuestas-; y dos, que la administración tiene interés en regular el juego con fines exclusivamente impositivos; al igual que para la actual directora general que tiene adscrita la gestión del juego, el asunto es fiscal.

Por eso, ataca el juego clandestino con fiereza, ya que perjudica tanto a la Junta como a los empresarios que sí cumplen la Ley y que, al pagar impuestos, tienen un margen de beneficio menor que los clandestinos, y no pueden igualar las condiciones que ofrecen estos últimos a bares y dueños de locales. Para ello se crean la
Brigada del Juego y un Servicio de Inspección. Pero tal es la magnitud del problema que, aunque la Policía era competencia del Estado, le adscriben a la dirección de la Brigada, ya que pocos como él conocen el terreno. El despacho del comisario jefe del equipo policial se encuentra junto al de Antonio Falcón en dependencias de la Junta de Andalucía. Hasta ahí llega la colaboración; eran tiempos en los que los políticos tomaban decisiones para combatir problemas utilizando la razón.

No obstante, logra reducir el juego ilegal en toda la comunidad a límites bastante aceptables. En cualquier caso, también ha de hacer frente a cuestiones complicadas, como la gestión de los diferentes intereses que conviven dentro del sector con una legislación todavía por escribirse. Y sale bastante bien parado, a juzgar por su carrera. De aquella época guarda muy buen recuerdo, sobre todo de los empresarios con los que colaboró estrechamente. Y parece que el cariño fue mutuo, porque cuando Antonio abandonó el cargo en 1985 para trabajar en el comisionado de las drogas, los empresarios crearon una fundación para ayudar a los drogadictos, lo que interpreta como un agradecimiento hacia su labor. Para aquel entonces el sector ya tiene las bases bien asentadas, así que su tarea ha terminado.

Entre 1985 y 1992 trabaja para la Junta como como Comisionado para la Droga. Es la época en la que las drogas en general y la heroína en particular constituyen uno de los problemas más graves, tanto de orden público como sanitario. Y Antonio lo entiende como un asunto más relacionado con la salud que con la conservación del orden en una época en la que la presión policial es la respuesta más común ante cualquier problema. De nuevo no se equivoca: en 1992 se muda a Madrid para dirigir el Plan Nacional Sobre Drogas, lo que podemos entender como un ascenso o un reconocimiento a su trabajo.

Sin embargo, abandona de forma voluntaria su carrera política el 31 de diciembre de 1993 no sin antes rechazar una oferta de la ONU. Está cansado. Pero no lo suficiente para dejar sus proyectos apartados: en enero de 1994, con 42 años, funda su propio despacho de abogados en Sevilla. Y de eso vive desde entonces.

Los jardines ingleses guardan relación con la filosofía en la que se basa la civilización anglosajona desde Locke, y que hunde sus raíces en la Edad Media. En esencia, defiende la libertad individual; esto se expresa también a través de los paisajes modificados -paradójicamente- por el ser humano, donde la naturaleza debe abrirse paso con autonomía, quedando los caminos poco o nada definidos. Llegados a este punto, ya podemos intuir por qué Antonio Falcón tiene una jardín inglés en su casa, y por qué le representa tan bien.

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