Isabel Román García

«Intento aportar todo lo que puedo, incluso la alegría del sur»

Isabel Román García es la actual Operations Manager de Merkur. Es licenciada en Económicas y Empresariales con un Máster Superior en Dirección y Administración de empresas. Trabaja para Merkur desde 2006, aunque antes estuvo en CIRSA. Es andaluza, si bien actualmente no reside en nuestra comunidad. Y resulta ser una mujer muy interesante. Me explico.

Isabel es de esas personas que le gusta leer sobre su trabajo. Se nota porque utiliza palabras técnicas propias de tratados y manuales que normalmente uno no usa en su día a día. Son palabras exactas, que significan con precisión lo que ella quiere decir. No hace uso de circunloquios larguísimos, como un servidor cuando quiere decir algo pero no encuentra la expresión adecuada; esto ayuda a, de un lado, economizar el tiempo al máximo, y de otro, a no dar lugar a equívocos. Esta definición, por ejemplo y en particular, me parece genial: «Los empleados del salón son la interfaz de la empresa con el cliente». Y lo que añade más mérito al asunto es que la pronuncia en un momento de la conversación mientras nos explica en qué consiste su trabajo en Merkur.

Su historia en el sector, por otro lado, es dilatada: «Empecé en centros comerciales. Llegué al juego de la mano de CIRSA en lo que era ocio infantil; luego pasé a salas, donde entré en contacto con un público más maduro. Estuve un año fuera, y volví de la mano de Merkur». Hubo de adaptarse, y no sólo al cambio geográfico: «CIRSA es una empresa española, Merkur, no. Tienen conceptos diferentes, desde el tipo de salas hasta la forma de entender el trabajo. Mis horarios han cambiado; los alemanes empiezan antes, pero los españoles acaban más tarde, y yo tengo que estar disponible para unos y otros».

Diferente, pero no peor, desde luego. De hecho, ella lo prefiere: «Mi concepto de jornada laboral también es diferente, porque trabajo por objetivos. Tengo que hacer lo que tengo que hacer, pero el tiempo me lo gestiono yo. Y para mí es mucho mejor, porque me organizo mi vida como quiero, tomas el trabajo como algo más en tu vida». Siempre he pensado que esta es la mejor forma de trabajar, si el tipo de empleo lo permite. Y, hasta ahora, nadie me ha demostrado que me equivoco.

Como mujer, ella afirma que jamás se ha sentido discriminada: «No he tenido nunca ningún problema». Es algo que se repite entrevista tras entrevista, y es una muestra más de lo desconocido que es este sector. Si bien es cierto que hay pocas mujeres, empiezo a pensar que es más una cuestión de la época en la que se crearon la mayoría de las empresas del azar, a las que aún no ha llegado el relevo generacional. Se trata de un tópico, otro más, que con el tiempo se irá perdiendo, estoy seguro. Agrega: «La mujeres aportan profundidad. Pienso que somos capaces de ver unos detalles que quizás a los hombres se les escapen».

Y hablando de tópicos, le preguntamos qué tal es ser andaluza y española en una empresa extranjera, en la que trata con extranjeros a diario: «El tópico existe, no cabe duda. Pero los andaluces estamos tan formados como cualquiera. Yo hablo inglés, leo alemán y estoy licenciada. Además tenemos fuerza, somos echados para adelante, y esto en los negocios es fundamental; es difícil encontrar un andaluz que no vea siempre la botella medio llena. Intento aportar todo lo que puedo, incluso la alegría del sur». Olé.

El acento andaluz se pierde, en parte, cuando pasas mucho tiempo fuera, pero siempre está ahí, latente. Cuando dos andaluces se encuentran, y comienzan a hablar, al cabo de diez minutos escasos recuperan el deje casi sin darse cuenta; es un fenómeno curioso y muy hermoso. El sur imprime carácter y marca de por vida, sin duda.

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