Nuestros bares están cargados de personajes de todo tipo. Todos nos hemos encontrado alguna vez con un camarero/a que no pasaba desapercibido, pero lo de un dueño de un bar de Sevilla, no tiene desperdicio. ¿A quién no le ha pasado alguna vez que le sirvieran un café frío?, a mi por lo menos unas cuantas veces. Cuando esto te ocurría en este bar, si tenías la insensatez de decírselo, llegaba y metía su dedo en tu café y te decia: «esto no está frío, yo me estoy quemando el dedo». Suponemos que luego cambiaría el café por otro, aunque no lo tenemos del todo claro.
A veces con la misma cuchara con la que estaba comiendo te servía comida, y ante la cara de incredulidad o las protestas de los clientes decía: «¿Acaso tengo algo malo?. Además, ¡mi yerno es «dientista»!. Absolutamente nada se puede hacer ante tal genialidad, quizás lo único fuera salir corriendo.
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