«Soy yo el que está al servicio de los ciudadanos, no al revés»
Manuel Brenes nació en Cádiz un diecinueve de febrero hace sesenta y seis años. Y ocupó el cardo de Director General de Juego y Espectáculos de la Junta de Andalucía entre 2010 y 2011. «De abril a abril», como dice él. Pero el caso es que acude como invitado a una reunión de AGARE cuatro años después, así que debió realizar bien su labor; incluso pronunció un emotivo brindis que todavía recuerdo. Pero de lo que sí estoy seguro es de que hizo amigos. Y de que aquella tarde, en aquel café, Manuel estuvo en su salsa.
«Me llamó el consejero y me dijo que me fuese con él, que había que dar cariño al sector del juego y al mundo del toro. Yo no conocía nada del juego, pero sí de los toros, por afición, así que supongo que por eso pensó en mí. Tengo que reconocer que me impresionó el juego. Son personas responsables, luchadoras. Además, son una fuente de ingresos para la Junta». Manuel Brenes tiene una gracia natural de esas que hace que escuches casi cualquier cosa que diga esbozando una sonrisa automática e inconsciente, y por eso le pedimos que nos cuente alguna anécdota; no nos defrauda: «Hubo una reunión entre empresarios de máquinas y de bingos. No se ponían de acuerdo, no había manera. Me levanté, me fui y cerré la puerta. De allí no salía nadie hasta que no se pusieran de acuerdo. Oye, y hubo acuerdo». Juzguen ustedes mismos.
De su época es el devengo semestral: «Es que era una cuestión de sentido común. Luché por esa medida, pero tampoco es ningún mérito: soy yo el que está al servicio de los ciudadanos, no al revés. Se lo debía». Y ahora es cuando uno piensa si tan difícil es entender eso. Su nivel de compromiso no se reduce sólo al ámbito empresarial, también pelea por la rama de los espectáculos: «Una de las últimas cosas que hice, allá por marzo (de 2011) fueron unas jornadas en La Maestranza que simbolizaban un pacto entre los dos grandes partidos por la defensa de los toros como fiesta. Fueron Carmen Calvo por el PSOE y Pío García Escudero por el PP. De todas formas el mundo del toro es un mundo complicado, sobre todo para la juventud. Las plazas son incómodas, las entradas, muy caras…». Sin entrar a valorar el mundo del toreo -no es ni momento, ni lugar-, no cabe duda de que estamos ante un hombre comprometido, y eso quizás sea primordial para ejercer la función pública.
Gaditano («mucha gente piensa que soy de Arcos, pero es porque estoy casado con una arcense»), casado y con tres hijas («pero soy yo el que manda en mi casa, ya sabes [risas]»), comienza a tamborilear con las manos en la mesa al preguntarle si le gusta el Carnaval: «Lo primero que escuché al nacer fue esto. Pero el Carnaval son las letras. Si no dicen nada, no sirven. Las buenas son las que se quedan en el pueblo. Es la fiesta de la libertad, casi de la anarquía. Cádiz es el único lugar del mundo donde se vota todos los años. La clave está en que el sentido lo pone el que escucha». Aprovechamos para aprender un poco más sobre la historia del Carnaval, sobre todo el que no vivimos por nacer demasiado tarde: «Ahora ha cambiado mucho. Las letras siguen siendo geniales, pero antes era la única manera de decir lo que pensabas sin represalias. Se le metía a todo el mundo, daba igual. Mi regalo fue llevar a mi mujer al Falla en el 71. El que no haya ido al Falla está en pecado mortal». Nos canta unos cuantos cuplés y nos degrana las letras, cargadas de doble sentido. Pero a la comparsa que la registren, los mal pensados somos nosotros. Aunque ahora prefiere verlos por televisión, mantiene la afición -y la ilusión- por el Carnaval intacta.
En otro orden de cosas, nos enteramos de que Manuel Brenes es entrenador de fútbol. Con título y todo: «En el 73 me saqué el título de juveniles. El regional lo saqué en el 75. Doménech, el del Sevilla, era el que hacía el examen. Preguntó algo así como “estrategia en un saque libre dentro del área”; se refería a un penalti, pero todo el mundo se lió a poner barreras [risas]. Estuve entrenando y todo, conseguimos ascender el Arcos a Tercera. Donde está el Cádiz ahora, vamos».
Seguimos hablando un buen rato sobre letras y coplas carnavalescas, y lo cierto es que me arrepiento de no conocer mejor mi propia tierra. Pero descubro que yo también tengo una gente de sangre roja y caliente, que yo también tengo bandera. El orgullo es quizás el mejor comienzo.
