En una de las más antiguas tabernas de Sevilla, si no la decana, se reunieron empleados públicos que han estado vinculados al mundo del juego y cuatro directores generales que han tenido competencia en el sector. El Rinconcillo, en la céntrica calle Gerona, fue el escenario elegido para el evento.
De este tipo de acontecimientos ya hemos hablado en otras ocasiones, destacando siempre que el buen ambiente y las relaciones humanas son esenciales para desarrollar con éxito cualquier trabajo o actividad. Sin embargo, podemos hacer también la lectura contraria sin miedo a equivocarnos. Me explico.
El juego es un sector que atrapa. Aunque la actividad profesional se acaba, las relaciones se mantienen en el tiempo, y de eso no puede uno jubilarse jamás. Esta es la prueba de que en las mesas de negociación se sientan, a ambos lados, personas que de verdad merecen la pena: pasan los años y las reuniones se mantienen porque el vínculo común ya no es sólo el juego, también lo es el aprecio. Empresarios y empleados públicos, sin distinción. No se me ocurre mejor ejemplo de que el mundo azar lo componen excelentes personas.
Intuyo que no es una mera cuestión de suerte, pues son más de treinta años de relación entre asociaciones y administración, implicando además diferentes generaciones de funcionarios, cargos públicos y empresarios. No puedo, sin embargo, afirmar que este sector te hace mejor persona. Pero sí, desde luego, que las mejores personas forman o han formado parte de él.