Esteban Cano

EstebanCano

«Soy de una familia que siempre se ha levantado mirando el sol, viviendo el día a día y trabajando»

Esteban Cano, fundador y director de la empresa sevillana CANORA 2011, tiene a bien recibirnos en las instalaciones de su empresa. Sabemos que se trata de una persona que ha dedicado toda su vida a la industria del juego, que ha sabido encontrar su sitio en un mercado a veces saturado. Y todo a ello a base de trabajar y trabajar. Y de ganar, y ganar, y ganar, que diría Luis Aragonés. No sin cierta solemnidad entramos en su despacho y encendemos la grabadora.

Como de costumbre, intentamos situar a Esteban Cano Ramos en la historia del juego andaluz: «Llevo casi cuarenta años. Empecé en el grupo CETUS, que es anterior a Cirsa incluso. A partir de ahí fui cambiando de empresa. Fui, por ejemplo, encargado del SAT para Andalucía en la empresa Ocio y Recreativo Andaluz del grupo COMATEL. A día de hoy llevo ya cinco años con CANORA 2011 navegando, peleando poco a poco por hacernos un lugar en el firmamento de los maquineros [risas]. Empezamos en un garaje, como los de Apple. A ver si acabamos como ellos [risas]. No, gracias a Dios en nueve meses tuvimos que mudarnos del garaje donde empezamos». No sabe cuál es la clave del éxito, pero la intuye: «Mi clientela son amigos, me involucro mucho en los problemas que puedan tener. Yo soy técnico, no comercial. Mi trabajo es que una máquina funcione veinticinco de las veinticuatro horas que tiene el día». Quizás por sí solo este factor no garantice la supervivencia empresarial, pero está claro que es una condición sine qua non para permanecer en el tiempo.

La entrevista de Esteban Cano es, probablemente, la más seria hasta la fecha. Hasta me sorprendo cuando escucho la grabación. En un momento de la conversación le preguntamos por FARESA y su fracaso, y el tema deriva en reflexiones de cierta profundidad sobre Andalucía: «Aquí parece que nos gusta más lo de fuera que lo nuestro. No entiendo por qué miramos hacia arriba como algo superior. Lo cierto y verdad es que ahora está surgiendo una legión de empresarios muy preparados y con mucho carácter. Cuando salimos fuera los andaluces trabajamos como fieras, pero aquí dentro nos entra el complejo. Algunos políticos están promoviendo que la juventud salga fuera, cuando lo que deberían favorecer es que se queden a levantar esta tierra, hacer de nuestro trabajo un valor añadido. Como andaluz, a mí me da pena. Yo no os lo voy a negar, a mí me gusta hacer patria cuando salgo». Y muy bien que hace, que ya está bien. De muchas cosas. Pero el caso es que la conversación se torna más interesante cuando el director de CANORA sigue pensando en voz alta: «La verdad es que todos los fabricantes están tirando de importación. Quizás Recreativos Franco sean los únicos que se resisten. Como andaluz, no lo entiendo. Como empresario, el público demanda lo que demanda. Creo que esto es una cuestión temporal. Sería un sueño bonito tener poder montar una fábricca aquí, en Andalucía. Lo pienso muchas veces. Pero hace falta apoyo político y que no pongan zancadillas». Cuando lo escucho, no puedo evitar acordarme de un texto de Gay Armenteros que estudié en la facultad. Habla de un burgués de Francia que se acostaba cada día pensando en lo orgulloso que se sentía de ser francés mientras se tapaba con una manta china sobre un colchón de plumas alemán, vestido con un pijama inglés en una casa levantada con mano de obra polaca.

Visto el nivel que manejamos, sacamos un tema de conversación sobre el que aún no tenemos una posición definida -tampoco sabemos si algún día la tendremos, por cierto-: las competencias en materia de juego transferidas a las comunidades autónomas: «Creo que nos viene mejor que la competencia esté en Andalucía. Si lo centralizamos todo en Madrid no va a ser posible proteger a los pequeños. La forma de competir que tenemos los andaluces se iría al traste. Andalucía tiene una forma de vida muy diferenciada, tiene una cantidad bestial de salones. Además, si nosotros hacemos un reglamento nuevo, un poco más evolucionado que los demás, otras comunidades querrán subirse al carro y aprobar reglamentos que superen el nuestro. Si lo centralizamos, la evolución sería mucho más lenta. Las autonomías generan una competencia sana entre comunidades». Interesante es, como poco. El debate es sano, igual que la competencia.

Sobre el futuro, Esteban es positivo: «Yo soy optimista. Vengo de una familia humilde, mi padre tuvo que emigrar a Alemania. Pero soy de una familia que siempre se ha levantado mirando el sol, viviendo el día a día y trabajando. Es verdad que hace falta arreglar algunas cosas, como el tema de que ataquen constantemente el juego presencial, mientras el on line se anuncia por televisión y tiene una fiscalidad diferente». En esas reivindicaciones las asociaciones juegan un papel esencial: «Estoy encantado con ACODISA [Asociación Andaluza de Comercializadores y Distribuidores de Máquinas Recreativas]. La información es interesante, pero es también muy importante para la empresa. Y, por supuesto, está el tema de la defensa de nuestros intereses en la administración. Es verdad que este sector tiene su propia idiosincrasia, pero como todos los sectores».

Antes de marcharnos nos cuenta una historia sobre un empresario que llega a la cima, alardea, malgasta los beneficios y acaba ayudando a un amigo a cargar muebles en una furgoneta. Es la historia de muchos de los que se han quedado por el camino. Esteban se despide con estas palabras: «Dice el refranero español que de este mundo traidor nadie se irá sin expiar sus culpas. Y mi abuela siempre me decía que el refranero español es muy listo». Sin duda, llegará lejos.

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