Luis Miguel González Gago

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«En el sector hay cuatro subsectores diferentes, con intereses propios, pero para un político, como para casi toda la sociedad, funciona como una única realidad»

Luis Miguel González Gago es el actual Director General con competencias en materia de juego de la Junta de Castilla y León. Hablamos con él en la terraza del hotel Amaragua de Torremolinos, con la relajante banda sonora que proporcionan la fuente del jardín y las conversaciones de amigos que se reencuentran año tras año con el Expo Congreso como coartada. Y fruto de ese momento es una de las charlas más interesantes de cuantas hemos mantenido hasta ahora.

Abogado de la Junta de Castilla y León, llega al puesto que ocupa sin tener contacto previo con el sector. Casi sin tener, porque la legislación sí que la maneja como hombre de leyes que es: «Empecé de cero. Como abogado de la Junta de Castilla y León fui letrado jefe de la Consejería, y es verdad que la normativa pasó por mis manos en su momento. Eso generó una buena inquietud y predisposición. En mi carrera política, cuando afronté este cargo, lo hice con toda la ilusión y siendo consciente de la responsabilidad». Sin embargo, como no podía ser de otra manera, pronto se da cuenta de que el juego es un sector complejo, sobre todo teniendo en cuenta que él es el nexo entre práctica política y económica: «Estudié Derecho entre el 82 y el 87, y empecé a ejercer de letrado en el 90. Mi mayor contacto con la práctica del juego era echar lo que sobraba del bote cuando iba a tomar unas cañas con los amigos. Si tocaba, echábamos otra ronda [risas]. En aquella época quizás las máquinas se veían con más naturalidad que ahora. Habría que hacer una labor ingente para mostrar el beneficio social del juego. El juego aporta tributos y empleo, incluso más que otras actividades económicas. Pero es más delicado por los factores sociales y éticos que no se dan en otros sectores». Si bien es cierto que hay actividades económicas que, parecen, puede generar más peligro social -por eso se las somete a un control más exhaustivo-, primero deberíamos definir qué es el peligro social. Porque a mí me parece que determinados programas de televisión hacen más daño que todas las máquinas tipo B juntas. Y eso es por poner sólo un ejemplo.

Hablamos acerca de cómo ve la situación andaluza, y esto es lo que nos cuenta: «Esto es como cuando vas a comer a un restaurante. Hay veces que miras el plato de otro comensal y piensas “¡Qué buena pinta tiene!”. No tenemos un conocimiento completo de la realidad de otras Comunidades. Hasta que no tienes un tema en concreto en el que sí estudias otros casos, no sueles mirar más allá. Si te puedo decir que a mí me sorprendió el cariño que se tenía por un director. Mi primera etapa coincidió con Soriano. Y recuerdo la primera vez que vine al Expo Congreso y hubo una comida; había muchos empresarios y era increíble la relación que tenían con él. Y sentí cierta envidia sana». (Pulse aquí para leer la charla que tenemos publicada con José Antonio Soriano)

En un momento de la plática, Luis Miguel nos recuerda que «el juego es un mundo complejísimo, como todas las actividades empresariales. Tiene, además, una vertiente social muy complicada. Hay cuatro subsectores diferentes, con intereses propios, pero para un político, como para casi toda la sociedad, funciona como una única realidad. Por ejemplo, si hay un problema en un bingo, la gente lo interpretará como un problema de juego». No perder la perspectiva es esencial; cuando una persona se hiperespecializa, lo que hoy en día es muy frecuente, tiende a pensar que todo el mundo maneja la misma profundidad de conocimientos. Ello supone un problema, especialmente a la hora de gestionar los contratiempos inherentes a la actividad económica, pero sobre todo, cuando se intenta mostrar que el sector tiene más luces que sombras. Debemos asumir que para la opinión pública el juego es juego, independientemente del tipo de local donde se encuentre.

luismgonzalezgago2Una cuestión que nos ronda la cabeza siempre que hablamos con personalidades de otras Comunidades es el tema de la transferencia de competencias a las Comunidades Autónomas. Existen tantas opiniones como personas, y lo cierto es que conocer realidades diferentes a las que uno observa en el día a día hace que las opiniones se maticen con el paso del tiempo. Nunca nos habíamos planteado el problema que supone para la administración castellano-leonesa la dispersión geográfica: «Hay que establecer prioridades. Tenemos una problemática de dispersión que no se da en otros lugares. La educación, la sanidad… son un problema cuando tienes que multiplicar los esfuerzos para hacerla llegar a todo el mundo. Nuestras prioridades son diferentes. Un persona puede vivir sin teatro, pero sin pan, no». Parece lógico pensar que la gestión de los recursos por parte de la Comunidad Autónoma es casi una necesidad imperativa. En Andalucía un pueblo de mil habitantes es una pedanía, casi una aldea, mientras que en Castilla y León sería casi un municipio cabecera de casi cualquier comarca. Otra cosa muy distinta es la gestión que se hace de los recursos, pero para eso están las elecciones y el voto de los ciudadanos.

Sobre las apuestas, que esperamos por estos lares como agua de mayo, Luis Miguel González nos dice: «En Castilla y León llevamos funcionando ocho o diez meses. Yo creo que sí es un elemento importante. Depende también cómo esté orientado; en Castilla y León no está en hostelería, pero realmente ha sido una oferta importante para los salones. De hecho, hemos pasado de cincuenta a setenta». Pronto despejaremos la incógnita en Andalucía, pero el futuro empieza a parecer prometedor.

Sabemos que en Castilla y León la administración organiza la celebración de un congreso de juego, así que le preguntamos qué diferencias hay entre nuestro Expo Congreso y el evento castellano: «Quería un congreso multidisciplinar, y teórico, no expositivo, y eso lo hemos conseguido. Participan todos los sectores. Y tenemos una ventaja: lo hemos hecho rotativo, y a la vez que hacemos el congreso enseñamos la riqueza histórica de cada ciudad y provincia. Es otra forma de fomentar el turismo. Ahora mismo en España no hay nada similar, o por lo menos nada que lleve haciéndose desde hace tanto. Este año haremos la decimotercera edición».

Natural del pueblo vallisoletano de Pozuelo de la Orden, Luis Miguel es un hombre que conoce bien su tierra, aunque no tiene inconveniente en reconocer que en vacaciones busca paisajes diferentes a los que disfruta el resto del año: «En agosto se pueden ver unas imágenes preciosas, espectaculares, en los secanos de Castilla. Cuando la gente va se queda prendada. Pero yo me he criado ahí, y quizás por eso busque otro tipo de paisaje. Por contraposición. Me gusta lo que no veo habitualmente. Por eso veraneo en Tavira, al sur de Portugal. Llevo diez años yendo allí y me parece un sitio excepcional. El agua está siempre perfecta».

Y así termina nuestra conversación con Luis Miguel González Gago. Bueno, no faltemos a la verdad, lo cierto es que seguimos conversando un rato más con él. Es lo que pasa cuando estás a gusto y la conversación es interesante, que el trabajo deja de ser trabajo y apagas la grabadora.

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