Un día con: Enrique Rosas

Inauguramos esta sección con nuestro amigo Enrique Rosas. Empresario andaluz, cuya marca PLAYSOL es más que conocida en Andalucía, es también miembro de la directiva de las asociaciones del sector locales y regionales. Quedamos con él en el Palacio de Congresos de Torremolinos unos días antes de que dé comienzo el 5 Expo Congreso. Se encuentra allí ultimando todos los detalles de una feria en la que su empresa juega un papel relevante año tras año.

Notarán que en las líneas siguientes no hay entrecomillado alguno. La razón es sencilla: no hay grabadora. No queremos que Enrique piense más de una vez lo que va a decir, queremos saber cómo es él en realidad. Sólo algunos apuntes sobre fechas nos distraen de la conversación: todo lo que van a leer está escrito utilizando dos páginas de bloc y la memoria. Y así será, si la fórmula funciona, con otras citas que tenemos pendientes.

Mientras tomamos una caña en la cafetería del Palacio de Congresos decidimos ir a comer al chiringuito El Canarias, en la Carihuela. Vamos en su coche, un Porsche Macan S; nos llama la atención que lo primero que nos muestra del coche es una pequeña marca en el capó, y es que para él lo más importante es que lo usa. Descubrimos que Enrique no es de esas personas que compraría un libro para que haga bulto en una estantería o decir que se lo ha leído. Más tarde veremos por qué.

La mayor parte del rato de conversación es durante el almuerzo. Enrique Rosas nos cuenta que sus orígenes son humildes. De hecho, sus hermanos se dedican al campo en la actualidad. Pero él, después de la mili, consigue un empleo en una empresa de electrónica, toma otro camino. La empresa quiebra, pero él tu empresacontinúa el viaje y monta su propio negocio junto con tres socios. Llegado el momento, decide caminar solo: con apenas tres mil euros y un niño pequeño asume el riesgo de comprar una pequeña explotación de diez máquinas A. De eso hace ya casi veinte años.

Para el transporte utiliza la furgoneta de su cuñado. Cuando ahorra lo suficiente compra la suya propia, en lugar de un utilitario. Aunque algunos no entienden en su momento esa forma de gestionar el dinero, el tiempo da la razón a Enrique, que llega a tener un parque de ciento setenta máquinas. En ese momento comprendo la naturaleza del dueño de PLAYSOL. Criado en el seno de una familia rural, las personas que se dedican a la agricultura tienen una forma muy peculiar de administrar el patrimonio, pues dependen de un sinfín de factores que con facilidad pueden generar pérdidas. Cualquier gasto innecesario se desecha, y sólo cuando existe un colchón holgado se puede optar al lujo -el concepto de lujo depende de cada persona-. Y, aún así, los gastos deben tener un sentido. Por eso nos explica por qué un Porsche Macan y no otro modelo. Por eso muestra con orgullo el arañazo del capó, y no el motor que hay debajo. Él viaja con frecuencia -para que se hagan una idea, tengo pensado comprar un Volkswagen Polo de diez años con menos kilómetros que su coche-, y quiere estar cómodo. Francamente, se ha ganado ese derecho. Elige además el único deportivo con la altura suficiente para que su suegro no tenga problemas a la hora de subir o bajar del coche. No hay nada más que añadir.

Pero Enrique Rosas es un hombre muy joven. Le gustan las motos para ir al campo y mancharse de barro, o hacer viajes largos con su mujer. Cuando visitamos las instalaciones de su empresa tiene en su oficina algunos planos de carreteras porque está preparando la ruta de su próxima salida. Además, tiene dos hijos (dieciocho y veinte años) y es evidente que vive en cierta forma a través de ellos. Es de esas personas que disfruta haciendo cosas con sus hijos; y, llegado el caso, les facilita a ellos hacer lo que él no puede. Así es imposible hacerse viejo. Estuvo en el concierto de AC/DC, por cierto. Con sus hijos.

Después del almuerzo volvemos de nuevo al Palacio de Congresos para comprobar que el montaje de la moqueta para el Expo Congreso progresa adecuadamente -Enrique forma parte de la organización del evento, es el responsable de la parte de exposición- y nos dirigimos después a la nave industrial sede de PLAYSOL. Allí la conversación se torna un poco más seria y tenemos la ocasión de grabar el reportaje que pueden ver en esta misma página.

Cuando volvemos de Málaga pensamos en la inmensa calidad humana que hay en este sector. Y en la suerte que tenemos nosotros de tener la posibilidad de conocer a personas como Enrique Rosas.

 

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