Juan Padilla

«Lo bueno que tiene el campo es que es muy agradecido.El campo siempre está ahí»

Juan Padilla es un referente en la industria del juego andaluza. Se trata de un hombre cercano, agradable, buen conversador y muy del sur. De ese tipo de personas que tienen anécdotas para casi cualquier ocasión y siempre son entrañables. Como persona es de por sí interesante, pero la historia que nos relata lo es al mismo nivel. Aquí va:

«Entré en el mundo de las máquinas porque mi padre tenía un bar que se llamaba “Bar Taxi” que se hizo muy famoso en Úbeda. Se llamaba así porque antes tuvo un taxi. Antonio Muñoz Molina, Joaquín Sabina… iban muchísimo al bar, yo los atendía. Dentro del negocio las máquinas de sinfonolas eran nuestras. Estudié electrónica por correspondencia mientras atendía el bar, y me hice cargo de las máquinas. Incluso importaba placas del extranjero y me montaba mis propios videojuegos. Entonces monté mi fábrica; llegamos a fabricar partes de tragaperras y nuestros propios pinballs. El de La Historia Interminable era mío. Entonces en lugar de meter el dinero en las cajas de ahorro me compré olivas [en Jaén, sobre todo en el interior, el árbol de la aceituna se nombra en femenino, especialmente cuando se refiere a la cantidad de olivos que hay en una parcela]. La gente me decía que para qué quería yo eso. Y pensaba: “tú déjame, que ya dará”. Lo bueno que tiene el campo es que es muy agradecido. No es lo mismo que el suelo industrial, que cambia de precio. El campo siempre está ahí, sobre todo si la finca está en buen sitio».  Doy fe que el bar es famoso porque he preguntado a amigos de pueblos cercanos a Úbeda y conocían perfectamente el “Bar Taxi” y las patatas bravas que servían. Tiene el mérito añadido de que mis amigos tienen treinta y pocos años de media, y el bar lo vendió su padre hace ya algún tiempo.

Juan Padilla ha tocado todas los aspectos del sector del juego: «Yo era fabricante y operador. De hecho, el ser operador era mi negocio fuerte. Pero hice máquinas que vendí incluso en el País Vasco. En Torremolinos presenté una máquina de rodillos proyectados que tuvo éxito. La mayoría de los del sector empezamos en hostelería. Lo que pasa es que a mí me dio más por la electrónica, a otros por la parte comercial. He tenido también salas de bingo». Mas el aceite es su otro gran negocio: «Fabrico aceite desde 1980, tengo la suerte de tener mi propia materia prima; desde hace siete años embotello mi propio aceite, y ahora estoy con una micro fábrica de aceite ecológico. Se coge la aceituna de noche, a un temperatura concreta… en fin, las cosas esas modernas [risas]. Nosotros hacemos caso a los ingenieros y vamos probando». Muchas personas que creen que el espíritu emprendedor andaluz terminó con Larios. Pero no.

Padilla es, además, «entrenador profesional de fútbol». Titulado. Y este deporte es su otra gran pasión. «Llevo tres años sin entrenar porque me operaron del menisco, y no me lo hice en el fútbol. Fue bajándome del coche, que se me quedó la pierna clavada en el suelo». Madridista confeso (es socio), conoce al dedillo todos los campos andaluces. En un momento de la conversación mi compañero comenta que, de pequeño, jugó en el campo de El Higuerón (Córdoba); Juan, que jugó en el Ubeda (Jaén) hasta juveniles, recuerda a las personas con las que mantiene o ha mantenido contacto vinculados a ese campo. Consciente de nuestra sorpresa, añade: «No tengo enemigos, ni el fútbol, ni en el juego. Siempre he buscado la perfección, las cosas bien hechas. Si me comprometo, cumplo, y eso la gente lo sabe». Sin duda, está orgulloso de su círculo de amigos y conocidos. No nos cuenta cuántas hectáreas posee; tampoco alardea del trabajo que, evidentemente, hay detrás de su éxito. Él prefiere hablar de las personas que conoce y ha conocido a lo largo de su trayectoria y con las que aún conserva el trato.

Termina contándonos la receta de las patatas bravas que servían en el “Taxi”. Así es Juan Padilla. Nos dice que disfruta mucho de estas conversaciones, y me arrepiento de contestar con un simple “igualmente” que no hace justicia a las sonrisas que me ha provocado escuchar de nuevo la charla.

 

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies