Mariano Alcaide

«Pesaba ciento quince kilos. Antes mi vida era coche – casa – sillón».

Mariano Alcaide es un empresario de la industria del ocio en Córdoba. Tiene una historia dentro del sector quizás no demasiado extraordinaria -aunque sí dilatada-; pero sí lo es la trayectoria relacionada con su principal afición que pudo ser una profesión: el fútbol. Y no nos referimos a nivel de campo. Verán, Mariano Alcaide fue presidente de un equipo de fútbol femenino que llegó a jugar la eliminatoria de ascenso a primera división. Conoce el mundo del deporte profesional con una profundidad que no se imaginan. Sólo les contaremos que sus predicciones han resultado ser exactas.

Pero decíamos que la profesión es de Mariano es el juego, sobre eso hablamos también. Luego volveremos sobre la otra faceta: «Mi padre era encargado de un salón. En el año 71 ó 72 cayó enfermo y el jefe me llamó. Ahí me inicié. Estuve primero de aprendiz de mecánica. Unos muchachos que llegaron allí buscando un mecánico. Entonces me ofrecí yo, pero fuera del horario. Estuve un año más o menos. Decidieron entonces vender las máquinas y claro, yo no disponía de los fondos necesarios por aquel entonces. Llegué a un acuerdo para comprarlas a plazos. Me inicié con unas veinte máquinas de pinball. Luego se legalizó el juego con premio en especie, y ya empezamos a comprar máquinas tipo B. Era muy joven, tampoco tenía mucho dinero, así que instalé unas poquitas. Al final me junté con unas ochenta. Pero todo esto provenía de cuando mi padre se puso malo, así que mi madre me dijo de asociarme con mi hermano. Mis hermanas no querían saber nada del tema. Y así lo hicimos. Estuvimos ocho años, pero cuando empezamos a crecer decidimos dividir. Con la crisis del 95 me hundí un poquito, pero conseguí recuperarme. Para salir adelante tuve que asociarme con una empresa grande, concretamente con VALISA. Después de quince años pasó igual que con mi hermano, decidí dividir también. Así que ahora tengo una explotación pequeñita. Selecta, pero pequeña». Y así llegamos a 2017.

Con sesenta y un años, Mariano Alcaide acaba de perder treinta kilos en el último año: «Pesaba ciento quince kilos. Antes mi vida era coche – casa – sillón, es verdad. La dieta es muy importante, pero el deporte también. Me levanto a las seis y media de la mañana y me voy a andar antes del trabajo». Nos enseña entonces el móvil, donde hay un mapa donde se graba el recorrido de la jornada. Ese día hay registrados ocho kilómetros de caminata. Por eso surge en la conversación el tema del fútbol profesional femenino: «Mi hija, por ejemplo, era futbolista. Yo presidía el equipo, el Ufeco Mezquita. Estuvimos a punto de jugar en la primera división, incluso. Cuando dejó el fútbol ganó peso y procuré que no siguiera, por su salud. Es fundamental». Nos ofrece entonces una clase magistral sobre fútbol en general, y femenino en particular, que además está de moda y que debería estarlo aún más porque no tiene nada que desmerecer al masculino, salvo el sueldo de los jugadores y el personal del equipo -cuando hay salario, claro- y el gasto de los patrocinadores. Lo demás es todo igual.

«Podríamos decir que sí, el fútbol es mi gran afición». Madridista confeso (aunque reticente a reconocerlo en un principio), nos enseña algunas fotos que se hizo junto a su mujer en el museo de su equipo. Y madridista yo también, le pregunto si le dio tiempo a ver todos los trofeos en un sólo día. Así terminamos la conversación, hablando de fútbol, como tantas otras veces. «No hemos hablado casi nada de máquinas», nos repite una y otra vez. Eso ya es menos frecuente. Pero la industria es sólo una parte de las personas que la componen, cada uno tiene una vida y eso es precisamente lo que intentamos contar.

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