«Trabajaba de 8 de la mañana a 12 de la noche»
Nos sentamos a charlar con José Antonio García hace ya algunos meses, durante una de las jornadas de la trigesimosexta edición de la Feria Internacional del Juego. No nos dijeron quién era, sólo que debíamos hablar con él porque tiene mucha experiencia en el sector. Nosotros, como personas obedientes que somos, compartimos con él una mesa del stand de Merkur, y comenzamos a hablar mientras tomamos un café.
José Antonio tampoco nos conocía, seamos sinceros. Después de explicarle a qué nos dedicamos nos miró fijamente para después desenfocar la mirada (o enfocarla en algo distinto de nosotros) y comenzó a hablar mientras recordaba: «Empecé con dieciséis años. Estaba estudiando una formación profesional de electrónica en Cádiz. En verano me fui para Madrid un mes y medio y allí aprendí la práctica en la fábrica de MARESA, con los pinballs. Entonces me volví y me traje pinballs conmigo para Andalucía. Me lo monté por mi cuenta después de la mili, con quince máquinas». Cuenta con cincuenta años de experiencia, lo suficiente como para ser consciente de que si diese todos los detalles en una hora de conversación no habíamos llegado a la despenalización del juego a finales de los 70, y contamos con escasos veinte minutos. Él mismo decide hacer un resumen, y da por concluido el relato de su vida, no sin antes añadir: «Trabajaba de 8 de la mañana a 12 de la noche. Le hacía a la furgoneta cien mil kilómetros al año. Eso sí, también ganaba dinero; trabajaba el triple, pero cobraba el triple. Ahora tengo cinco salones y algunas máquinas en la calle». Un sacrificio que si antes le lucía en forma de dinero, ahora lo hace mucho más en calidad de vida y tranquilidad. Nunca la expresión «fruto del trabajo y del esfuerzo del hombre» ha tenido tanto sentido.
Puede incluso contar que tiene tres empresas, «dos de juego, y una de hostelería. Tengo veintiocho trabajadores. Los intento además mantener fijos. ¿Para qué los voy a cambiar si trabajan bien? Las subvenciones al final siempre salen caras. Eso lo he tenido muy claro siempre». Es imposible tener una mejor política en cuanto a plantilla. La experiencia, además, le da la razón. «He aprendido que hay que pensar siempre en pasado mañana. No sólo con los trabajadores. Por ejemplo, las máquinas esas que hay de cambio, que te dan los premios y la contabilidad, yo fui el primero en poner una. Es una inversión, pero merece la pena. Ya no porque facilita mucho la contabilidad, sino porque evita los robos. Y los atracos, aparte de lo que te quiten, dejan muy tocados a los empleados. También procuro tener la última tecnología en las máquinas». Hombre precavido vale por dos. Y si además es previsor, vale por cuatro.
Natural de La Línea, nos explica que los que tuvieron la posibilidad de empezar en una ciudad grande contaron con ciertas ventajas de partida, pero nada que el trabajo diario no pudiera subsanar. De hecho, admite haber visto «a Manolo Lao repartir él mismo las máquinas». Pero esa abnegación también tiene contrapartidas: «Antes me gustaba el tenis, pero hace mucho tiempo que no lo practico. La verdad es que no tengo aficiones; quizás estar en casa con la familia. Verás, nosotros tuvimos un local de espectáculos, se llamaba Sonata. Iba todas las noches a ver los espectáculos, pero con mi mujer, siempre he llevado una vida muy familiar. Muy buena, pero muy familiar. Por cierto que de aquel local salieron grandes artistas, como Ángel Garó. Pasión Vega presentó allí su primer disco, además». Sobresale el hecho de que durante todo momento nuestro interlocutor muestra una amplia sonrisa, da igual el tema que trate; apuesto a que él no es consciente, pero rebaja la tensión de todos los que están a su alrededor. Descubrimos -o empezamos a ser conscientes de- que tener una convicción y defenderla no está reñido con el rictus.
José Antonio García, sin embargo, también dedica parte de su tiempo a ayudar a los demás. Nos enteramos no por él precisamente, lo que dice mucho del tipo de persona que es. En un momento de la conversación sí que admite que «La Línea es una zona magnífica para vivir, pero hay muchísimo paro. Y ahora el brexit va a hacer muchísimo daño, porque Gibraltar está dando de comer a siete mil personas». Sabemos positivamente que él hace lo que puede por mejorar las condiciones del Campo de Gibraltar, la zona donde desempeña la actividad empresarial. Hablamos sobre las consecuencias de la salida del Reino Unido del seno de la Unión Europea mientras apuramos el café. A esas alturas ya nos hemos hecho a la idea, más o menos, de cómo es José Antonio, aunque después de hablar con su mujer, Juani Cervera, sobre todo cuando nos habla de los dos hijos saharauis que adoptaron, vemos que nos hemos quedado cortos.