«La Comunicación me apasiona».
Normalmente, todas las entrevistas suelen empezar con un repaso a la vida profesional del o de la protagonista. Esa parte suele ocupar, más o menos, la mitad del texto; y, aunque no se lo crean, la conversación mantiene ese equilibrio como norma general. Pero no siempre es así, y eso es lo que nos pasó con Mireia Vargas, Responsable de Comunicación y RRPP en Sportium.
Podrían pensar que Mireia es joven -treinta y tres años-, por lo que la carrera profesional no puede ser muy dilatada, pero la experiencia de más de cien charlas nos ha demostrado lo contrario. Hay personas octogenarias que no han cambiado de empresa jamás. Lo que nunca nos había pasado es conocer a alguien cuyos libros favoritos son Lolita, de Nabokov, y El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, nos lo cuente, y que eso se convierta automáticamente en un tema de conversación que derive en la sostenibilidad en el consumo de carne.
Verán, Mireia Vargas resume así su historia en el juego: «Empecé hace nueve años ya. No entré directamente al área de Comunicación, si no junto a Alberto Eljarrat, como Personal Assistant. Eso me supuso un training magnífico, pude tener una visión mucho más global del negocio. Se acababan de regular las apuestas presenciales en la Comunidad de Madrid y era todo nuevo para todo el mundo. He podido ver la evolución de este negocio y eso es una gran ventaja. He vivido el progreso de la compañía, su apabullante crecimiento. Por eso le tengo tanto cariño a la marca, porque la he visto desde los inicios. Al principio veníamos a las ferias de forma más modesta, y ahora mira [señala el stand de Sportium]. Esto ha sido una carrera de fondo. Parece que llegamos aquí de nuevas pero no, llevamos unos cuantos años trabajando muy duro, con un background muy sólido». Y sí, aunque forma parte de la plantilla de la casa de apuestas desde los veinticuatro años, tenía experiencia laboral previa: «Venía de un despacho de abogados. Era el mismo perfil, personal assitant, pero obviamente la empresa no tiene nada que ver. Mi madre trabajó en CIRSA durante muchos años, en otra división de negocio, y siempre ha existido esa vinculación emocional con la empresa. La Comunicación me apasiona, hice mis estudios de marketing, y Alberto [Eljarrat] confió en mí para esa función en Sportium. Trabajar con Alberto es un verdadero privilegio, de él he aprendido todo lo que sé de este sector. Tiene un olfato increíble para detectar oportunidades. Es un visionario. Además su estilo de management hace que acabes completamente comprometido con el proyecto, sabe inspirar».
Le preguntamos cuáles son sus aficiones, a qué dedica el poco tiempo libre con el que cuenta: «Me gusta leer, la nutrición, el yoga…. Mis libros favoritos son Lolita y El retrato de Dorian Gray». Durante los siguientes diez minutos hay una conversación sobre literatura que resulta imposible transcribir. Sólo les puedo asegurar que Mireia selecciona muy bien lo que lee.
Conversamos, por supuesto, sobre arte: «Me gusta la escultura clásica, el arte contemporáneo, sobre todo los grandes murales, el pop art… No soy una gran entendida, pero sí que…». Tienes sensibilidad. «Exacto». Luego también hablamos durante un rato sobre música clásica barroca, tema al que llegamos no sé muy bien cómo, para pasar a abordar otra de las pasiones de Mireia: la nutrición. Pero entendiendo la nutrición no como un fin en sí mismo, si no como un requisito imprescindible para alcanzar otro objetivo más amplio y ambicioso: llevar una vida activa y saludable. Quizás eso explique este momento de la conversación: «No como carne, no tomo azúcar… el azúcar, es realmente un problema hoy en día, al contrario de lo que pueda parecer, te roba mucha energía. Y lamentablemente, hoy en día casi todo lleva azúcares añadidos».
«Cuando dejé de fumar hace cinco años, empecé a cuidarme de verdad. Y no se trata de quitar, si no de sustituir. Por ejemplo, no tienes porque dejar de comer carne, sino de no comer carne todos los días o con tanta frecuencia!. Hacerlo a diario no es nada sostenible». No, no lo es, y basta visitar una granja para llegar a esa conclusión. O ver uno de mis almuerzos pantagruélicos para comprender que dejar de fumar no es la única medida que debo adoptar.
Lo último que hablamos con ella, creo recordar, es una promesa. Antes del próximo Expo Congreso hemos de adoptar un nuevo hábito de vida saludable. Tengo la impresión de que es la primera vez que prometo cenar menos a una persona a la que conozco desde hace veintiocho minutos.