Francisco José López

«Trabajar con tipo A era divertido y gratificante».

Existe una voz japonesa, zaibatsu, que designa un tipo de empresa de gran tamaño, que abarca diferentes sectores y que suele estar vinculada a una familia. Los empleados de esas empresas consideran un honor y un motivo de orgullo trabajar para ellas. Incluso pagan los estudios de los hijos de los trabajadores que, al completar la formación, pasan a formar parte de la plantilla de la compañía por lo que la vinculación con las marcas dura generaciones en algunos casos. En occidente, por contra, existe la creencia de que cambiar de empleo, de lugar de residencia, es algo hasta positivo. Francamente, tengo mis dudas.

Paco López tiene cincuenta y dos años -aunque parece mucho más joven-, y desde hace veintitrés trabaja para diferentes empresas del Grupo CIRSA. Conoce el sector como sólo lo hacen los que le han dedicado toda la vida. «Me presenté a un proceso de selección de AMUSETEC, una empresa de CIRSA dedicada a la comercialización de máquinas de tipo A. En esa época se iban a poner de moda los centros de ocio familiar. Fue un boom similar al actual  de los Salones de Juego. Se vendían muchos pinballs que en esa época acompañaban a las B en los bares, Y luego llegaron las máquinas especiales; distribuíamos SEGA, NAMCO… todas las grandes marcas. De ahí pasé a formar parte de EUROPEA donde desarrollamos modelos emblemáticos para nuestro sector, Empresa hermana de UNIDESA, a la que en los últimos años estoy directamente vinculado en el area de Salones. Aunque la aparición de la máquina B es anterior a la A, las máquinas de premio actuales están relacionadas con los videojuegos, tanto a nivel tecnológico, como de concepto. La principal diferencia es el público al que están dirigidas, adulto en el caso de las B. Pero el objetivo es el mismo: entretener. Trabajar con tipo A era divertido y gratificante por tratarse de una venta muy especializada, te explico; dentro del salón  cada modelo de máquina tanía un protagonismo expecifico.. Vendíamos diferentes modelos y cada uno aportaba algo distinto que complementaba el salón. Estos últimos años se asemejan. Un salón ha dejado de ser un sitio con máquinas de bar con mayor premio, vuelve a ser un espacio de encuentro , donde ruletas, apuestas, máquinas multijuego… conforman un nuevo lugar de juego y diversión».

Paco Lopéz adora viajar. Es, de hecho, uno de los aspectos que le atrajo del proyecto que le ofreció CIRSA en 1995. «He aprendido mucho recoriendo España, siempre que viajo descubro algo nuevo que me sorprende. Cada lugar tiene su particularidad y encanto. Mis abuelos eran gallegos y manchegos -él nació en Madrid-, quizás por eso sean estas comunidades con las que más me podría significar . Pero vamos, que ahora estoy en Andalucía y estoy en mi casa.  Por lo menos así me lo hacen sentir mis clientes que me demuestran un vínculo que va más allá de lo usual».

Pero viajar no es su único hobbie. Le gusta la literatura clásica «porque para tener cultura literaria hay que conocer los clásicos. Aunque también leo libros de autores actuales, claro». Yo añadiría que eso es necesario para tener cultura en general. Él, además, ha optado por subir el Everest por la ruta complicada y está releyendo el Ulises de Joyce. La música en general, y alternativa en particular-, es otra de sus pasiones. Música y libros: los mejores compañeros de viaje. Si es que, al final, todo tiene un sentido.

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