«Este es un sector acogedor, familiar y muy profesional… en todas las parcelas».
Mucha gente -servidor incluido- suele utilizar de forma indiscriminada la frase hecha “es como si te conociera de toda la vida”. Y en realidad no, no conoces de nada a la persona que tienes delante, hay que asumirlo; no sabes nada de ella. Ignoras si tiene familia, si prefiere la tortilla de patatas con cebolla o si ve películas croatas en versión original. Pero sí es cierto que en ocasiones conectas de una forma inusual con un congénere, y te gustaría saber todas esas y más. Cuando eso pasa, la conversación se vuelve un absoluto caos. Empiezas una frase hablando sobre el café torrefacto y, no sabes cómo, terminas comentando la etapa azul de Picasso. Transcribir una charla es literalmente imposible, así que a ver cómo nos las arreglamos nosotros ahora. Porque eso nos pasó con Antonio Valle.
Resulta que Toni, porque terminó siendo Toni, tiene cincuenta y un años «y no me digáis que no los aparento porque ya lo sé». Y no se lo decimos. Siendo francos, cuando nos cuenta su historia las cuentas no nos cuadran: «Un familiar mío, mi tío, Pedro Corbalán, fué uno de los socios fundadores de Codere Valencia junto a José Marqués, Jaime Molina, la familia Martínez sanpedro y Los Hermanos Franco. En 1986 de su mano ingresé en Codere en un departamento de nueva creación para atender el servicio postventa.Vinculado a esta gran empresa estuve catorce extraordinarios años, parte de los cuales los disfruté en el departamento comercial de ventas. Luego, por azares del destino, tuve la suerte de recalar en la empresa Inversones Comatel, de la mano de Fidel Molina y Ramón Rojo, fue una magnífica experiencia al lado de grandes profesionales. Al poco tiempo y por capricho del destino, tuve el honor de ser llamado por Recreativos Franco, a través del que fue su director comercial José Martínez. Allí estuve doce inolvidables años, haciéndome cargo de la zona este de España como delegado y Posteriormente, por necesidades de la compañía, tuve que ocupar la dirección comercial durante un año. Pero por cuestiones personales y con gran pesar, tomé la decisión de volver a mi tierra Valencia. Al poco tiempo Las circunstancias me llevaron a ser llamado por otra gran empresa, CIRSA. El período profesional en esta compañía fue muy corto, y de nuevo por diferentes cuestiones, tomé la decisión de dejar la compañía. Pero, en honor a la verdad, tuve la gran suerte de conocer a una gran empresa y los gradísimos profesionales que la componen. Al final de todo, el destino me llevó a encontrarme con dos buenos amigos Cruz Ruiz y Angel Anaya, que los conocía desde mis inicios en el sector, a causa de un proyecto de negocio para otro sector industrial. Cruz y Angel me ofrecieron integrarme en su magnífico equipo de Gistra».
Un carrera dilatada, no nos lo negarán. Él, que además conoce otros sectores, es con el Sector del juego privado con el que se siente como pez en el agua, está encantado: «Profesionalmente cualquier sector es más que interesante, porque supone un reto; pero es este, el que me vio nacer profesionalmente, al que le tengo un cariño especial. Es un sector acogedor, familiar y muy profesional… en todas las parcelas: a nivel técnico, en ingeniería, a nivel de abogados, economistas, financieros».
Hasta aquí todo normal. Pero al sacar el tema del tiempo libre la entrevista sufre una metamorfosis en algo diferente, más trascendente: «Me encanta cualquier tipo de deporte, sobre todo de raqueta. Por mi edad, lo mejor es el pádel [risas]». Comemos un flamenquín de pollo (delicioso) mientras hablamos. Cuando termina continúa después de hacer una pausa reflexiva: «Este sector es curioso. Hay sectores, como el farmacéutico donde el empresario parte de una formación más académica. En el juego es algo diferente. Pero cuando vas a un evento como en el que estamos y ves ambos sectores, la interrelación entre los empresarios y sus figuras son las mismas, luchadores, combativos para sacar adelante las empresas, en definitiva somos seres humanos». Y así llegamos a hablar de la condición humana, cuestión que acaba por impregnar el resto del diálogo. Como muestra, un botón: «Por ejemplo, me encanta la música, la ópera. Tonteo con la guitarra. Tonteo, insisto [risas]. Para mí, Madame Butterfly de Puccini es increíble. La música es muy subjetiva. Son recuerdos. A determinadas edades te paras a pensar, sobre todo cuando tienes hijos (tengo una princesa de veinte y un años, y un campeón de diecisiete años), cómo pasa el tiempo. Cuando naces te conviertes en el protagonista de la película, tú película. Y la música es la banda sonora». Le cuento que a mí me gusta Gianni Schichi, también de Puccini, y contesta: «Si tuviésemos una conversación de amigos entendería por qué te gusta Gianni Schichi más que cualquier otra. Bueno, es que esta es una conversación de amigos». Lo cierto es que sin darme cuenta expliqué por qué me gusta esa ópera en concreto, pero Antonio Valle no se dio cuenta. En cualquier caso sirve para ilustrar el cariz de la entrevista.
El hecho de hablar de su hija le lleva a profundizar en el arte: «Mi hija estudia tercero de Bellas Artes, restauración. A mí me vuelve loco el arte. Monet me encanta, pero para mí el que mejor representa la luz, y no porque sea paisano mío, es Joaquín Sorolla. También me gusta el impresionismo, el cubismo no tanto. A Miró lo respeto [risas]».
Conscientes de la situación, comentamos que no existe un método para que la conversación fluya, que eso no depende de la edad o los estudios, y nos cuenta: «He tenido la suerte de disfrutar mi trabajo con los empresarios que crearon este sector y ahora tengo la dicha de disfrutar con los hijos como el nuevo relevo generacional. Soy consciente del nuevo flujo que entra. Y también os digo: que no existe diferencia de edad, propiamente dicho. Es la empatía ,los lazos culturales, como la música de Puccicni , el arte…., y los objetivos comunes lo que une a las generaciones y por ende a las personas.
En BUP hice un trabajo sobre un extraordinario pintor del s XIV, llamado Juan de Juanes. Tiene un magnífico retablo en la iglesia de pueblo de Fuente la Higuera. Por cierto, allí hay un vino buenísimo. A raíz del trabajo, tuve la suerte de contactar con una extraordinaria persona de 82 años, que era el mayor especialista de Juan de Juanes. Cogí un feeling muy especial con esta persona inusual. Te das cuenta que la barrera de la edad la da la sociedad, el estatus, la jerarquización… Por ejemplo, he disfrutado mucho el Quijote. Si mi hija lo lee y lo disfruta, puedo hablar con ella de eso, conectar, sin tener en cuenta la edad». Por eso la empatía, la culturan y los objetivos comunes unen a generaciones enteras.
Y acaba con una frase lapidaria: «La literatura y la cultura es más irreverente y contestataria cuando nace bajo los auspicios de una sociedad subyugada por cualquier forma de poder, y el Quijote es el mejor exponente. Cuando lo disfrutas, te das cuenta de que un tipo como Cervantes en una situación cultural y socialmente tan privativa de libertad, como la de aquella época, se está riendo de todos los estamentos sociales, nobleza, realeza…,a través de un personaje camuflado en la figura de un loco como el Quijote, y es aplaudido por ello, Es realmente impresionante». Cierto, el Quijote es maravilloso. Como también lo es acabar hablando de la condición humana y los sentimientos con alguien al que conoces desde hace, exactamente, veinticuatro minutos.