José Manuel Millán

«Yo empecé a trabajar en Franco en 1985. Entré de auxiliar administrativo».

Existe la creencia de que en Andalucía todos somos muy graciosos y dicharacheros; no hace falta darse más de una vuelta por mi ciudad, Granada, para comprobar que no es así. Pero la simpatía, o si lo prefieren, la gracia, no implica mantener siempre una sonrisa en la boca, si no más bien en lograr provocarla en los demás. José Manuel Millán, por ejemplo, es un hombre serio, pero hace gala de un humor cuyo efecto se multiplica por la seriedad con la que lo expresa.

Natural de Madrid («soy de Madrid, como mis padres y mis abuelos»), es también muy castizo. No hay más que comprobar lo que nos contesta cuando le preguntamos qué hace cuando no está trabajando para la industria del ocio:  «Me gusta mucho el fútbol, pero como yo lo entiendo. Me gusta el Real Madrid. No veo otros equipos, no veo la selección… No me gusta la tele porque me aburre; me gusta viajar, salir, tomar una cervecita, estar con la familia. Soy muy familiar». Lo tiene claro, sin duda. Y no tiene problema en reconocerlo, como debería ser siempre.

Pero conozcamos un poco mejor su historia, que nos relata con cierta circunspección: «Yo empecé a trabajar en Franco en 1985. Entré de auxiliar administrativo. Luego me salió la oportunidad de ir a México para instalar un juego de rasca. Tras ocho meses volví a Madrid y me hicieron jefe del departamento de administración comercial. Estuve como jefe tres o cuatro años y luego marché a Italia, donde montamos una operadora de máquina B. En Italia estuve un año y volví a España para incorporarme al departamento de internacional. Era joven, quería conocer mundo y prosperar. Fui a Brasil, donde viví cuatro años. Allí estuvimos con los Ortiz y el tema de videobingo. Cuando en 2000 aquello empezó a tambalearse a raíz de la supresión de la Ley Pelé, volvía la parte nacional de Recreativos Franco. Entré como responsable de cobros con Pepe Martínez. Con él estuve hasta que Pepe cesó en el cargo y entró Antonio Valle. Ahí ascendí a la subdirección comercial, y cuatro años después me nombraron director comercial». Una carrera dilatada que, sin embargo, no se inició en el juego, porque José Manuel Millán empezó a estudiar la carrera de Periodismo.

«Contando algunas otras experiencias cuando era más joven, como por ejemplo en una empresa de transporte de mi cuñado, o unas oposiciones que aprobé para entrar en EFE y cubrir el período vacacional, el Mundial del 82 y la visita el Papa. Había hecho hecho FP de administración de empresas, los cinco años, y me lo convalidaron por el BUP, que vosotros no sabréis ya ni lo que es [risas]. Empecé periodismo a la par que trabajaba en EFE. Estuve trabajando ese verano, pero lo de EFE era eventual y cuando se terminó me surgió lo de Recreativos Franco a través de un tío mío. Seguí estudiando periodismo hasta tercer año, pero lo tuve que dejar porque me era imposible. Me hubiese gustado retomarlo, pero entras en una dinámica de viajar, salir fuera, estar con clientes… En EFE estaba en la parte comercial, vendiendo fotos. En aquella época se vendían por teléfono. Describías la foto, y las mandabas o por teléfono desde una cabina telefónica, o desde la sede de EFE si te pillaba en la sede». Un periodista vocacional, pero muy bueno en las ventas. Lo cierto es que me resulta fácil imaginarlo negociando fotos para la agencia EFE. Con trabajos de esa naturaleza, y viajando como él ha viajado, le preguntamos cuántos idiomas domina: «Bueno, siempre he tenido facilidad para los idiomas mientras los ejerzo. Soy de los que piensan que por necesidad aprendes un idioma en dos meses. Hablaba itañol y portuñol [risas] en poco tiempo, me defendía bien porque son idiomas que derivan del latín y se parecen. El inglés ya es otra historia. Me gusta mucho estudiar, pero no idiomas [risas]».

Antes de terminar, le hacemos la pregunta obligada. De todos los sitios que ha visitado, que son muchos, ¿cuál es su favorito? «Cada ciudad tiene su encanto. Nueva York me encantó. Pero todos los países tienen su encanto. España tiene lugares maravillosos, igual que México o Brasil. A mí me gusta mucho Madrid para vivir siempre y cuando estés activo, trabajando. Las posibilidades que te ofrece para salir, ir al teatro… Pocas ciudades del mundo tienen esa oferta. Tienes el incordio del tráfico, pero mi secreto es que vivo cerca de donde trabajo. A mí no me gusta el coche, los fines de semana nunca lo cojo. Prefiero moverme en metro o en taxi. Cuando me jubile sí que me gustaría mudarme a un sitio cerca del mar. Quizás es por no tener mar en Madrid. Y no soy de tomar el sol, es por ir a comprar el pan en pantalón corto y ver la playa. O salir a pescar, que aunque no pesques, echas unos buenos almuerzos [risas]». Un retiro dorado que, al parecer, ya tiene bien planificado. No podría ser de otra manera.

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