«Empecé de casualidad, siempre he estado en el sector de la alimentación. Vi que podía hacer dinero comprando máquinas y vendiéndolas, pero no las explotaba»
Rafael García es natural de la zona de la Axarquía (sudeste de Málaga), aunque siempre ha desarrollado su actividad en la capital de la provincia. Padre de la actual presidenta de ANDESA, Araceli García, con la que también hemos hablado y pronto podrán leer lo que nos contó, es de esos hombres que hablan poco, pero cuando lo hacen, convence. Quizás sea la seguridad que da el creer lo que se dice.
Pero sobre todo parece sincero, algo que nos queda claro cuando formulamos la pregunta con la que solemos empezar todas las conversaciones: “¿Cómo empezó en el mundo del juego?”. Y nos contesta lo siguiente: «Empecé con las máquinas B. Yo no soy mecánico ni técnico, nunca he tenido otro tipo de máquinas. Empecé de casualidad, siempre he estado en el sector de la alimentación, desde los 22 ó 23 años. Vi que podía hacer dinero comprando máquinas y vendiéndolas, pero no las explotaba. Luego coloqué dos o tres, y así empecé». Perfecto y realista. Continúa: «He intentado ser hasta fabricante, sin saber nada, pero yo lo intentaba [risas]. Me acercaba a cualquier cosa que pudiera ser un negocio [risas]». Las máquinas, además, han cambiado mucho: «Antes eran un mueble con unos cuantos cables, ahora son muchísimo más complejas».
Tiene una opinión muy clara de cómo nos va por Andalucía: «Sinceramente, estamos atrasados. Ahora el tema está peor, quizás hace falta atraer más gente joven. Con la ruleta, por ejemplo, se notó un cambio muy grande. Las máquinas nuevas también son atractivas, pero no han supuesto tanto como la ruleta. Las apuestas deportivas sí que podrían funcionar». Las apuestas, ay, las apuestas. El escaso margen de maniobra que concede la legislación hace de las apuestas el revulsivo esperado por los empresarios para ampliar el tipo de cliente que acude a los salones, de ahí que incertidumbre o incierto sean las palabras que más se repiten cuando hablamos del futuro con los profesionales del juego.
Se declara «poco futbolero, aunque me gusta que pierda el Barça [risas]». Cuando le preguntamos qué lugar prefiere para pasar las vacaciones responde sin dudarlo: «Me he criado en el campo, pero prefiero la playa, tiene más vida. Aunque el campo ha cambiado muchísimo. Ahora construyen casas en las que estás mejor que en la ciudad, con todas las comodidades, pero en el campo».
Y terminamos la conversación con la promesa de seguir hablando en otra ocasión para que nos ayude a entender un poco mejor la historia del sector en nuestra comunidad. Porque Rafael es historia viva del juego en Andalucía y ese es uno de los perfiles que más nos atrae.