Ignacio Benítez (Padre e hijo)

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«Aquí hacen falta cambios. Lo primero, bajar la tasa fiscal» [Padre] «Este sector tiene solución» [Hijo]

Ignacio Benítez Andrade es un conocido empresario del bingo en Andalucía. Además, preside ASOBING, la asociación de empreserios andaluces del subsector, y conoce perfectamente el negocio, por algo empezó con esta actividad «al año siguiente de que se legalizara». Vamos, que si queremos saber algo del mundo del bingo, debemos hablar con él. Y con esas empezamos la conversación.

Empezó con un concesionario de coches, pero acabó con cinco salas de bingo. ¿Cómo? «Yo era el vicepresidente del Club Deportivo Alcalá. El presidente, que era compadre mío, me lo propuso, y me lancé. Pusimos una sala. Luego otra, y otra… Bonilla era muy emprendedor. En los inicios fuimos cinco socios, pero luego con el tiempo cada uno siguió su camino. De aquella época sólo sobreviven dos, José María Gálvez y yo. Y aquí seguimos, luchando». Decidieron apostar por su tierra, por Alcalá de Guadaira (provincia de Sevilla), lo que me parece fantástico. Uno de los males endémicos de nuestra comunidad es que el dinero siempre se ha invertido fuera, donde parece que está más seguro. De ahí la fuga de capitales, de ahí los emigrantes que iban a ocupar puestos de trabajo generados con esas divisas, y de ahí que estemos como estamos. Y cuánto molesta que los que han recibido esos capitales nos señalen luego con el dedo. En el fondo nos lo merecemos.

Sabemos que ahora el bingo no pasa por su mejor momento, y el tema de la charla no tarda en dirigirse hacia esa cuestión: «He llegado a tener cinco salas, pero ahora sólo me quedan tres. Y aguantando como podemos». La crisis no puede ser la única causa, preguntamos: «Qué va, eso sólo ha empeorado el panorama. Aquí hacen falta cambios. Lo primero es bajar la tasa fiscal. Y después, buscar formas de atraer clientes. Premios más altos, por ejemplo. Yo espero cambios con el nuevo director general».

En otro orden de cosas, Ignacio piensa que, al menos en el mundo del juego, los andaluces estamos muy bien considerados: «A nosotros siempre nos han tratado muy bien. A mi hijo ya lo van conociendo, y lo mismo. Fíjate que a mí todo el mundo me conoce y se acerca a saludarme». Y damos fe.

Ignacio padre es de gustos sencillos: «Mis vacaciones son la cacería. Lo que más me gusta es la cacería del pollo perdiz con reclamo. Me voy cuarenta y dos días y no aparezco. Pescar no me gusta, por ejemplo». Bético declarado y reconocido, dejó el tabaco hace dieciséis años, y nos lo cuenta con una anécdota: «Tenía un amigo radiólogo que me hizo una radiografía de los pulmones. Me miró y le dije: no me digas nada, que ya lo apago. Y lo apagué allí mismo en la consulta. Desde entonces».

En ese momento aparece su hijo, con el queríamos charlar también -ya saben lo que nos gusta comparar generaciones- y se sienta junto a su padre, del que nos despedimos, y que se levanta para seguir la conversación por donde la había dejado justo antes de que le asaltáramos grabadora en mano.

Informados de primera mano por el padre, sabemos que Ignacio Benítez hijo conoce bien el negocio. Podemos decir que desde siempre. Pero sus inicios los recuerda difćiles: «Crecimos mucho en poco tiempo. Pero sí es cierto que crecimos ordenadamente, de ahí que sigamos vivos. Eso sí, este sector es muy, muy agradecido». Observamos las primeras diferencias que se repiten sistemáticamente entre las primeras y las segundas generaciones. «La evolución ha sido muy mala, sobre todo en Andalucía, donde antes la administración era más receptiva. Ahora la situación se ha complicado mucho». Le preguntamos por las soluciones que él propone, y son similares a las de su padre -lógico-, pero más pormenorizadas: «Este sector tiene solución. Si se han aplicado reformas en otras comunidades que han funcionado, podemos aplicarlas aquí también. El riesgo es mínimo, porque ya se han demostrado que funciona». Tener el antídoto en la mano y no poder abrir el frasco debe de ser frustrante: «Parece que con Cervera van a cambiar las cosas, las referencias son muy buenas. Y salir de la Consejería de Hacienda yo lo veo como algo positivo, es una Consejería muy saturada, tiene demasiadas cargas». Muy, muy razonable.

Al igual que su padre, considera que este sector ha servido para dar una muy buena imagen de los andaluces: «No estamos infravalorados para nada, en absoluto. Al revés, antes nos envidiaban». Y también de familia le viene el gusto por la caza (aunque matizada por un «en el fondo me gusta más el campo que la caza») y la afición por el Betis. Nunca ha fumado, aunque confiesa que le gusta mucho “la calle” de Sevilla. Por eso cuando le preguntamos por sus inclinaciones lectoras no duda en contestar: «Pérez-Reverte. Sobre todo La Piel del Tambor».

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