«Si pudiera firmar para quedarme el resto de mi vida en Zitro, firmaría sin duda»
Juan Chaves nació en Madrid hace veintiocho años. Electricista e instalador de telecomunicaciones, trabaja en Zitro desde hace un lustro. Antes trabajó en la construcción, pero ahora es fácil verlo en todos los eventos del juego en el stand de su empresa. No habla mucho, de hecho parece algo tímido, pero cuando accede a sentarse a charlar con nosotros lo hace con una locuacidad poco habitual. Me llama la atención especialmente la capacidad de construir frases de más de dos minutos (literal) absolutamente correctas, donde no hay un sujeto sin predicado, donde todos los tiempos verbales encajan, donde hay varias oraciones subordinadas que no acaban siendo principales quedando incompleta la locución. Yo tengo que leer tres veces los párrafos antes de pasar al siguiente. Y siempre tengo que reescribir algo.
La historia de Juan Chaves es la historia de la buena fortuna; un joven que empieza a trabajar en la construcción, supongo que al amparo de la burbuja inmobiliaria, pero que no disfruta de su trabajo por lo que decide cambiar de ocupación: «Estaba cansado de mi trabajo, no me gustaba. Un día que estaba especialmente quemado estuve mirando ofertas en Internet. Vi una de Zitro en la que buscaban un perfil como el mío, hice la entrevista y salí de allí prácticamente con un billete con destino Málaga para trabajar la semana siguiente». Hace falta ser valiente para cambiar un empleo fijo por otro totalmente distinto, en un sector desconocido, por el simple y noble propósito de ser un poco más feliz. Y hace falta tener suerte para encontrar -otro- puesto y que salga bien: «Siempre estaré en deuda con Zitro. Me ha permitido crecer a nivel laboral y aprender muchísimo. Es la mejor decisión que he tomado».
Como todas las personas que llegan al sector por casualidad tiene una visión muy positiva de lo que es trabajar en el juego: «Estamos acostumbrados a ver niños de dieciocho años que beben todos los fines de semana, pero nos echamos las manos a la cabeza si entran en un salón a jugar unas partidas mientras pasan el rato. Es una cuestión de mentalidad. Con el tiempo cambiará. Tiene que cambiar, porque este mundo es impresionante, fantástico». Él ha logrado sentirse realizado, es más que lógico que piense de esa manera. De hecho, en un momento de la conversación sentencia: «Si pudiera firmar para quedarme el resto de mi vida en Zitro, firmaría sin duda». Qué suerte poder decir eso con veintiocho años. Confiesa que viajar con frecuencia es duro, sobre todo al principio, pero «es un sacrificio muy pequeño en comparación con los beneficios que me aporta. Compensa sin duda. Sólo la posibilidad de estar en estos eventos y vivirlos desde dentro es increible». La posibilidad. Juan ve el trabajo como tener la posibilidad, o lo que es lo mismo, la suerte de hacer lo que está haciendo. Ese entusiasmo, que al final es eso, es la única manera de disfrutar con el día a día.
Por otro lado, su padre es de Motril y su madre, de Baza; las vacaciones las suele pasar en Roquetas. Evidentemente, no puede tener un mal concepto de Andalucía. Pero llama la atención que cuando le preguntamos por el sur nos habla de las salas que tuvo la ocasión de visitar con motivo de la expansión de Zitro en los salones de nuestra comunidad en 2011: «Me quedé alucinado con aquellos salones recién reformados. Eran muy diferentes a los que yo había visto. Eran modernos, otra cosa. Montamos más de ciento setenta salas». Vale, es obvio que disfrutas con lo que haces, pero hablamos de otra cosa: si eres hijo de un motrileño y una bastetana, tú eres casi granadino, ¿no? «No, no, yo nací en Leganés. Vivo en Leganés. Es verdad que el 80% de mi familia es andaluza, pero yo soy madrileño». Lo tiene claro.
El único vicio declarado de Juan es la bicicleta -además del trabajo, añado-, pasión a la que dedica la mayor parte de su tiempo libre. «Es mi mayor vicio. Cada vez que veo algo nuevo para la bici, ahí que voy. Me sirve sobre todo para relajarme cuando tengo tiempo libre. Hago sobre todo rallyes y fondo». Hasta sus libros de cabecera versan sobre el deporte. En la gran pantalla disfruta de películas de acción, sin embargo destaca Black Hawk: «Me marcó mucho esa película, entendí muy bien el conflicto de Somalia». Por mi parte, yo señalo que si de un film de acción él se fija en el trasfondo del conflicto es porque, sin duda, sabe sacar el verdadero jugo de las cosas. Sólo agregaré que en una asignatura de Ciencias Políticas se estudia esa película. Por otro lado, aunque ve poco la televisión, ha seguido algunas series como Bones o House: «no me gusta ver series en Internet, no soy así, pero confieso que con Bones llegué a hacerlo». Su hermano (mayor, entiendo) le inculcó el gusto por el pop de los 90, como Melón Diesel.
Así es Juan Chaves. En lo que a mí respecta, tengo más o menos en la cabeza cómo es en realidad, pero ustedes saquen sus propias conclusiones. Lo que no me negarán es que se trata de una cuestión de estricta justicia ponerle cara y nombre al hombre que siempre está en el puesto de Zitro en todos y cada uno de los eventos. Y, de paso, así le conocemos un poco mejor.