«El tema asociativo es muy complicado de vender. Pero al final este sector funciona por los que se mueven»
Miguel Matarí Ruiz nació en Cádiz en 1952. Conversamos durante media hora el pasado 16 de diciembre en su ciudad natal, durante la reunión que AGARE (Agrupación Gaditana del Recreativo) celebró y a la que él acudió en calidad de presidente de honor. «Me nombraron presidente de honor para que siga viniendo a las reuniones», nos cuenta. Supongo que el hecho de ser uno de los fundadores de la asociación, y haberla presidido durante veinticinco años -desde su creación en 1990- también tiene algo que ver.
El caso es que su historia (nos encantan las historias) está llena de curiosidades. Su padre, guardia civil, se traslada varias veces a lo largo de su carrera; sin embargo, pide una excedencia en 1964 y emigra a Alemania con la familia para ejercer el otro de sus oficios: la carpintería. Miguel Matarí cuenta en ese momento con doce años: «Llegué sin tener ni idea de alemán, aprendí en el colegio. Aprendí escuchando, no me quedó más remedio. Al tiempo me di cuenta que no tenía que traducir, directamente entendía lo que me decían. Allí estudié electromecánica, que es en realidad mi oficio». Debe de ser una experiencia dura, de las que curten. En 1972 vuelve a España para hacer la mili de forma de voluntaria: «Si no te presentabas voluntario te mandaban a cualquier sitio. Así yo podía escoger destino y volver a mi casa todas las noches. Veintiún meses me tiré con la mili». Su familia, por cierto, aprovechó para regresar también a nuestro país.
Mientras ajusta las cuentas con el Estado, en el mismo 1972 Miguel empieza a trabajar como técnico en la empresa de José Varela García, arreglando pinballs. «Tras la fusión con CIRSA Andrés Morell y yo fuimos los gerentes de Interplay [la nueva empresa producto de la fusión en 1988]. Cuando Andrés se marchó, José Manuel Varela Rodríguez ocupó la gerencia y yo me quedé como director de explotación. Y así me he jubilado. Interplay fue una de las empresas más importantes». Qué sencillo es escribirlo, aunque en esa frase hay resumidos cuarenta años de dedicación al sector.
Pero quizás lo más destacable sucede en el mayo de 1990, cuando Miguel Matarí y Andrés Morell fundan AGARE junto con otras empresas operadoras. «La fundamos nosotros y yo la presidí desde octubre. Me he tirado veinticinco años en el cargo, que ya está bien». ¿Qué lleva a una persona que no es operador a dedicar tiempo y esfuerzo a crear una asociación sectorial? «Bueno, el tema asociativo es muy complicado de vender. Pero al final este sector funciona por los que se mueven. Si no, sería muy complicado sacarlo adelante». Entiendo que esto es como los empleados de una tienda que se parten la cara por ella para asegurar el puesto de trabajo. En un estado ideal de las cosas, esa debería ser lo normal. «Ha habido problemas muy grandes con los que hemos tenido que lidiar; seguramente lo peor fue el tema de los gravámenes. Pero esta asociación funciona porque hemos conseguido establecer unos lazos más que profesionales, de amistad. Quizás por eso seamos la asociación con más socios».
Cuando hablamos de su vida privada Migue Matarí se relaja y nos muestra su faceta más divertida. Tanto, que en algunos momentos la conversación es prácticamente inaudible por las risas de alguno de nosotros. Veamos, está casado y es padre de tres hijas. No suele ir a la playa: «Me gusta la playa, pero es que no la soporto. Antes si iba más, sobre todo con mi mujer y mis hijas cuando eran pequeñas. Pero ahora es que me aburro. Prefiero pasear por la ciudad». De joven hizo mucho deporte, pero un accidente en una escalera en el que se destrozó «literalmente» la muñeca y el calcáneo le impidieron seguir practicándolo. Eso sí, es «del Cádiz y del Madrid». Le preguntamos por los carnavales: «Me encanta, sobre todo las chirigotas y el coro» Como a todo buen gaditano, interpelo. «Como a todo buen gaditano que le gusten, que muchos se van», contesta. Es que no aprendo, y luego me molesto cuando nos llaman malafollás a los granadinos; el tópico agradable es el que no afecta a uno. Continúa: «El Selu es un auténtico artista, para mí eso es arte. Lo que pasa es que a mí me gusta el carnaval familiar, el que es más recogido, no ese de la borrachera». No se declara cinéfilo, pero sí «muy friki». ¿Friki? Atención al momento: «Eso me dice mi mujer. Es que me encantan las series, sobre todo Big Bang Theory. Vamos, mi perro se llama Sheldon. Sheldon Lee Cooper [uno de los protagonistas de la serie]. Eso pone en su cartilla, tal cual. Lo tuve que escribir yo porque el veterinario no sabía como se escribe el nombre. Y leo tebeos. Sobre todo El Capitán Trueno. Me encanta ese tebeo porque de pequeño aprendías mucho, te enseñaba cosas que de otra manera no podías ver. Animales exóticos, por ejemplo». No puedo comentar nada, es perfecto. Sólo pido al lector que intente leer la transcripción anterior con acento gaditano y no sonreír. Ahora entiendo lo que nos contaba Fidel Azofra sobre cargar las pilas en el sur.