«Defendí medidas que ni siquiera eran de mi competencia, como la rebaja fiscal»
Luis Partida (Olvera, 1958) fue Director General de Juego y Espectáculos de la Junta de Andalucía. Nombrado en marzo de 2011, sucedió en el cargo a Manuel Brenes, y como otros tantos, no conocía prácticamente nada del sector del juego cuando ocupó el cargo. Queremos saber el poso que el juego ha dejado en su vida, así que vamos a hablar con él a su despacho de Sevilla, donde trabaja actualmente como Secretario General Provincial de Justicia e Interior.
La conversación se desarrolla de una manera que no esperamos. De una charla de cincuenta minutos, sólo tratamos el juego durante veinte; el resto es una suerte de pensamientos sobre distintos temas que desembocan en una reflexión sobre lo hipócrita que resultan muchos discursos políticamente correctos. Interesante es como poco.
«Llegué a la dirección general porque el Consejero de Gobernación y Justicia pensó, supongo que por la parte de espectáculos, ya que el mundo taurino sí lo conocía. No saber nada del juego fue positivo, porque iba sin ningún tipo de prejuicio. Lo único que conocía del sector era por haber ido de forma puntual a algún casino o a alguna sala de bingo». La ausencia casi total de ideas preconcebidas le hacen plantearse cuestiones que para cualquiera son de sentido común, pero no para los que tienen firmes convicciones -nótese la ironía- fruto del estigma que el sector tiene. Por ejemplo: «Los cartones de bingo se compraban en Hacienda. Por lo menos antes, ahora no sé cómo estará el tema. El caso es que el dueño de una sala, que podía estar a una hora de la capital, tenía que desplazarse a comprarlos y calcular cuántos iba a necesitar. Nos enteramos que en Cataluña tenían un sistema telemático que permitía imprimir los cartones que hiciesen falta y luego ajustar cuentas con Hacienda. Fui incluso a Cataluña a ver cómo funcionaba ese sistema, acompañado de un responsable de informática de la Junta. Vimos que era viable y lógico, pero al final no salió adelante». Saber que un cargo público hace su trabajo también ayuda a comprender que en televisión sólo aparecen los que no lo desempeñan, igual que sucede con los empresarios del juego.
«Poco a poco me fui apasionando, y defendí medidas que ni siquiera eran de mi competencia, como la rebaja fiscal». Las cuestiones indignantes tienen la capacidad de involucrarte sin que te des cuenta. «Recuerdo especialmente el tema de mover una máquina. No entendía, con los medios que había, que supusiese tanto problema mover una máquina dentro de una misma provincia. Eso se pudo solucionar, pero yo quería que pudiese hacerse a nivel autonómico. No hubo manera». Desde fuera, es difícil de entender esa traba administrativa (y otras); otra caso es el tema de las homologaciones, que tampoco comprendemos se trate de un proceso administrativo obligatorio en cada comunidad: «¿Todavía está así? Se creó incluso un grupo de trabajo a nivel nacional». Pues sí, todavía está así.
A modo de anécdota nos cuenta su primera reunión con empresarios del juego: «para romper el hielo, me referí a las máquinas B4, que estaban a punto de autorizarse como máquinas 4B [risas]». Me imagino a todos los asistentes mirándose y no puedo evitar sonreír. Este descenso del tono invita a preguntar por cuestiones más personales.
Luis Partida no es un apasionado lector. Sin embargo, en su juventud leyó a Sartre y a Camus, y no es difícil detectar ese gusto por la filosofía porque tiene una facilidad aplastante para hacer ver que puedes estar cargado de razones, pero tu adversario intelectual también lo está. Esa postura que determinados medios consideraría “buenista” es, sin embargo, su mayor arma para desarmarte, valga la redundancia: «Yo soy taurino. Me gusta, sobre todo, el toro como animal. Eso sí, soy contrario a las salvajadas. La dehesa vive del toro, hay mucha gente que se gana el pan con las corridas. Pero habría que cambiar determinadas cosas, acercar la fiesta a la gente. Las corridas ya se han reinventado varias veces a lo largo de la historia». Es lo contrario al dogmatismo. «No se hace nada más que prohibir, prohibir y prohibir. Es hipócrita. Lo que se debe hacer es regular». Como pasó con el juego, vamos. Hablamos de otros casos paradigmáticos, como el tabaco.
Tampoco es un gran aficionado al séptimo arte, pero sí que sabe del tema porque durante la facultad «tenía unos amigos cinéfilos que hablaban constantemente de cine, de planos y contraplanos. Para poder seguir las conversaciones busqué unos volúmenes de Salvat sobre el tema». Es decir, que entender, entiende, aunque sea por el simple placer de conversar. Eso sí, «puestos a elegir, me gustan las películas de suspense, y más en la casa que en el cine». Como buen cazador, prefiere el campo a la playa. Y no es muy futbolero, pero sí guarda cierta simpatía por el Betis.
Padre de tres hijos, le preocupa la sobrepreparación que se exige hoy en día a la juventud que aspira a un puesto de trabajo, y terminamos la charla dialogando sobre esa cuestión. Bueno, miento: no acabamos la conversación ahí. Lo cierto es que continuamos hablando en una cafetería, pero con la grabadora apagada.