Manuel Ortega

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«Ochocientos editoriales dando tu opinión… No puedes ser lineal»

Seamos sinceros: cuando vamos a hablar con Juan Manuel Ortega estamos francamente nerviosos porque es una de nuestras referencias. Algo así debió sentir Callejón cuando llegó al Real Madrid de Mourinho a compartir vestuario con Cristiano Ronaldo. Y si no, lo sentimos por él. El caso es que no sabemos bien por dónde empezar. Le pedimos una dirección de correo electrónico para enviarle el texto de la entrevista antes de ser publicado y nos reprende por ello: «Esa es una mala costumbre». Uf. Vale, comencemos con su historia.

«Entro en contacto con el juego a mediados de marzo de 1976. Hago un reportaje para la revista centenaria Blanco y Negro, de ABC. Ese mismo año me licencio, pertenezco a la primera promoción de periodistas con carrera en España. A mí siempre me había llamado la atención el juego, el poco que había en España, claro. Sí que había hecho alguna incursión en el extranjero para conocer los casinos, en Francia sobre todo. Por eso en un consejo de redacción propongo que se hagan reportajes sobre el juego. Hacemos varios, pero concretamente uno de 1978, cuando el bingo ya era legal, hizo que se vendiesen más ejemplares que el de la muerte de Franco. Ahí nos dimos cuenta de la enorme potencia informativa que tiene el juego». Escuchar a Ortega hablar es casi como leer sus editoriales y noticias. Hasta utiliza el tiempo presente cuando nos narra su historia.

Sigamos. «Asisto como periodista a la inauguración del primer casino en España, el Casino Kursaal de San Sebastián. Hacemos también un reportaje sobre métodos históricos y matemáticos para intentar ganar en la ruleta. Aquello se vende bastante bien. En 1980 pido una excedencia en ABC para montar una revista sobre juego. La revista se llama Jugador. Ese es mi primer error. La revista se vende bien, pero yo no tengo ninguna experiencia como empresario y me engañan. Tiramos cien mil ejemplares, que se dice pronto. Pero aquel número me permite conocer el sector de las máquinas, y transformo la idea de hacer una revista para el jugador en hacer una revista para la industria. Primero monto una pequeña revistita que se llama Ocio Recreativo y luego monto Máquina Recreativa, que se convierte en la revista de referencia en el sector. Ahí estoy unos cuantos años, hasta que hago mi primera feria en Torremolinos, mi primera feria nacional. En el 84 fundo ya la revista azar». Han pasado más de nueve minutos de conversación y no le hemos interrumpido ni una sola vez. «He estado presente en instituciones del sector. He hecho cuarenta y cinco ferias del juego internacionales. He escrito un libro sobre el juego, sobre la historia del juego. Monté una fundación que se llamaba Cultura y Juego». Y cuando yo salgo de copas con mis amigos soy el que sabe de juego. En el país de los ciegos el tuerto es el rey.

Como fieles seguidores de su editorial, y particularmente interesados por la diferente consideración social que tiene el juego público frente al privado, sacamos el tema: «El juego público siempre ha estado bendecido por el Estado. Ha tenido acceso a campañas de publicidad. El propio Franco, que era absolutamente contrario al juego, jugaba a las quinielas y compraba Lotería. Incluso una vez cogió un pleno que no fue de catorce porque habían suspendido un encuentro. Yo vi el boleto en el despacho del Director General de Loterías. Hay explicaciones también un poco sorprendentes, como que son juegos pasivos o de respuesta no inmediata, como que la distancia entre la apuesta y la resolución del juego evita el peligro… en fin, tonterías. En las asociaciones de ludópatas hay un gran número de personas adictas al cupón o a la lotería. La gente se obsesiona con lo que le da la gana: con las máquinas, con la lotería o con un zapato».

Le preguntamos por su opinión sobre la evolución que ha seguido la industria en los últimos cuarenta años: «Tecnológicamente hablando ha sido muy positiva. Con respecto a la consideración social el argumento puede ser ambivalente. El nacimiento de las asociaciones de ludópatas, potenciadas por el propio gobierno central, con la clara misión de abrir un hueco a la multiplicidad de los juegos públicos ha servido para denostar el juego privado. Eso ha venido funcionando; lo que pasa es que el juego on line, lejos de perjudicarnos, ha añadido un nuevo valor a esto. Que Rafa Nadal o Cristiano Ronaldo hablen y jueguen a PokerStars es algo que no sólo viene bien a PokerStars, si no a todo el juego. Para mí, la industria ha dado un tratamiento a esto decepcionante. Y digo tratamiento por decir algo porque lo normal es que no haga nada ante los continuos ataques de asociaciones. No sabe cómo enfrentarse a este problema. La llegada del juego on line, por lo menos, está obligando a las comunidades autónomas a abrirse y adaptar su normativa. En ese sentido sí vamos en buen camino». No deja títere con cabeza, sin duda.

La libertad de expresión es un derecho fundamental, pero el respeto hay que ganárselo. Las consecuencias variarán en función de quién firme el texto; Manolo Ortega destaca por decir lo que quiere cuando quiere, y esa prerrogativa se la ha granjeado durante cuarenta años de dedicación: «He estado hablando con el director de la revista y le decía: “El 7 de mayo cumplimos cuatro años de Azar Plus y yo ya he pasado de ochocientos editoriales”. Claro, ochocientos editoriales dando tu opinión… No puedes ser lineal. Desde Azar yo me he acostumbrado a decir lo que pienso». Ortega, además, dice lo que muchos también piensan pero pocos se atreven a decir. Y ese papel, que lo es, resulta esencial. Eso sí, no siempre llueve a gusto de todos. Pero peor es la sequía, ¿no creen?

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