«Hoy en día en el sector del juego hay menos litigios contra la Administración»
Carlos Lalanda es uno de los socios fundadores del despacho de abogados LOYRA, extremadamente conocido entre los profesionales del sector por ser una firma especializada en materia de juego y, probablemente, una de las primeras en hacerlo. Carlos se considera especializado en Derecho Público y Tributario. Y es un personaje como pocos, se lo aseguro.
Nos recibe en una dependencia de las oficinas que LOYRA tiene en el centro de Madrid. Las vistas son impresionantes: podemos ver el Paseo de la Castellana, el panorama urbano de Madrid hasta donde alcanza la vista y todo el perfil del Estadio Santiago Bernabéu. Cuando ya he gastado la mitad de la tarjeta de memoria de la cámara sacando fotos del Estadio -sí, no se me puede sacar del pueblo-, Carlos Lalanda entra en la sala de reuniones. Viste un traje gris con un jersey de cuello vuelto oscuro y se le ve muy en forma. Pero sobre todo destaca una seguridad aplastante que, lejos de intimidar, favorece la conversación.
Sabe perfectamente quiénes somos y qué tipo de textos publicamos; admitimos, no sin cierta vergüenza, que nosotros no hemos visto la página web de su despacho, aunque alegamos en nuestra defensa que no la hemos visitado porque no sabemos con quién vamos a hablar (esa es una de las gracias que tiene nuestro estilo). Se muestra comprensivo y comienza a contarnos su historia: «Me dedico a la abogacía desde 1982. Conocí a mi socio, Ramón Romero, porque íbamos a la misma escuela de práctica jurídicas. Montamos LOYRA y desde entonces nos hemos ido especializando en temas de juego. Y aquí seguimos, treinta y cinco años después. Como verás, mi historia profesional puede considerarse por ello un poco lineal, una especie de “línea recta”». Carlos Lalanda se especializa en Derecho Público y Tributario, como señalamos al principio. Ello le ha valido llevar «miles de asuntos en la Jurisdicción Contenciosa»; sin embargo, «poco a poco hemos evolucionado al asesoramiento, y también en el ámbito de las relaciones mercantiles, además de las propias de Derecho Administrativos». Formulo, pues, la pregunta obligada: “¿Ya no se litiga? ¿Tan perfecta es hoy en día la regulación?”. «Hoy en día en el sector del juego hay menos litigios contra la Administración. Se ha normalizado mucho la relación entre empresarios y Administración; a los empresarios ahora les da pánico enfrentarse porque piensan que están saliendo del ámbito negociador. Ese espíritu litigador se ha perdido porque no se ve la Administración como un contrario, pero sigue siéndolo. El litigio, además, cumple una doble función; por un lado, sirve para resolver un conflicto, pero también para clarificar las cosas. Y hay determinados temas que no están resueltos porque no se ha litigado lo suficiente». Estoy de acuerdo con él más por ideología que por conocimiento. Pero estoy seguro de que estudiar Derecho entre 1976 y 1981 imprime un carácter rebelde y poco conformista que difícilmente puede perderse.
Le preguntamos si disfrutó de la Movida Madrileña: «Me casé muy joven y tuve hijas muy pronto, así que poco disfruté de la Movida de esos años. Sólo yendo y viniendo del trabajo a casa he debido dar varias vueltas a la tierra. Cada día recorro mínimo sesenta y seis kilómetros». Y así es, he hecho la cuenta. Pero además de trabajar Carlos Lalanda tiene aficiones: «Corro medias maratones porque estoy en una fase que, o me cuido o… hago todo lo que puedo, vamos. Y me gusta muchísimo el flamenco. Bailo flamenco,bajo a Jerez todos los años que puedo, al festival [Festival de Flamenco de Jerez, se llama]. Tomo clases de baile. Digamos que mi afición principal es esa». Pensándolo bien, su físico encaja perfectamente con el de un bailaor. «También me gusta la montaña, sobre todo en verano. Tengo el récord mundial de sevillanas bailadas a más altura, cinco mil ochocientos metros [risas]».
Nos despedimos de Carlos para seguir charlando con Ramón Romero, el otro socio fundador y con otros miembros del bufete, entrevistas que iremos publicando en próximos números. Una tarde provechosa, sin duda, en la que aprendimos muchísimo sobre cómo funciona esto del juego, además de conocer a un grupo humano extraordinario.