Alfonso Navarro López

«En las primeras ferias que hice pensé “¿Dónde me he metido yo?”».

Alfonso Navarro trabaja para Protecsur desde hace cinco años, aunque parece que lleva en este sector bastante más tiempo. Primero sorprende cuando habla con la solvencia que lo hace sobre las máquinas en general y los repuestos de cada modelo en concreto. Y segundo, por la complicidad que muestra con Fran García, dueño de la empresa. Llega a la industria como otros tantos, de la forma más casual: «Yo tenía experiencia en el sector de repuestos de máquinas de obras públicas. A través de otro chico que trabajaba aquí me puse en contacto con esta familia. Me adapté a ellos, y aunque al principio fue difícil, como todos los comienzos, pero con un poco de trabajo me puse al día. Y ya llevo con ellos cinco años».

La impresión de Alfonso es valiosa porque no ha conocido el juego como sector económico desde su infancia. Eso le confiere una perspectiva diferente a la habitual: «Yo veo este sector un poco cerrado; es difícil llegar a los clientes. Pero cuando lo consigues, son clientes muy fieles. Nosotros le damos un seguimiento, una rapidez, y por eso nos hemos ganado. Los primeros meses esto era una locura. Fran me ha ayudado mucho, pero la experiencia es también fundamental. Como en cualquier sector. Ahora mismo estoy trabajando en la web a diario. Nuestra idea es facilitar que el cliente sepa los repuestos que necesita a partir del mueble». Ese conocimiento, mucho más profundo que en los inicios, se traduce en una seguridad a la hora de hablar sobre este mundo que antes Alfonso no mostraba. Me explico.

Él probablemente no lo recuerde, pero nosotros ya hablamos con Alfonso en el 4 Expo Congreso (2015). La conversación duró apenas unos minutos, en los que Alfonso Navarro mostró una actitud muy diferente a la de esta última vez, mucho más reservado y comedido. Decidimos no publicar aquella entrevista con la intención de volver a hablar con él pasado un tiempo, quizás en la sede de Protecsur en Viator (Almería). Y cumplimos, este texto es la muestra. Decimos que es probable que no lo recuerde porque, primero, no nos reconoce; y segundo, porque él mismo hace referencia a ese evento: «En las primeras ferias que hice pensé “¿Dónde me he metido yo?” [risas]. Ya nos van conociendo, vamos haciendo contactos. Nosotros hemos trabajado muchísimo el tema de los proveedores. Ahora vamos casi a tiro hecho». El hecho de que no se extendiese más de la cuenta en aquella ocasión dice mucho de él. Nosotros sabíamos menos que él sobre cómo funciona el sector, y podría haber aprovechado para proyectar una imagen irreal. Sin embargo, optó por ser sincero y caminar sobre tierra firme. Eso constituye una virtud sin ningún género de dudas.

Para Alfonso, la clave del éxito es el buen ambiente y la seriedad a partes iguales: «Tenemos la suerte de tener muy buena relación con los clientes. Por ejemplo, a determinadas piezas les ponemos nombres. Cuando vienen los mecánicos a por algún repuesto es mucho más rápido así. El año pasado teníamos un modelo de cristal que se vendía mucho y le pusimos “barra de pan”. A otro le pusimos “barra de atún” [risas]. Entraban, me pedían una de pan y ya sabía lo que tenía que darles directamente. Un día vino José Márquez a ver una cosa, y llegó uno de sus mecánicos. Pidió una barra de pan y otra de atún y cuando le contamos por qué, estuvimos riéndonos media hora. La verdad es que funciona, es muy práctico. Ya venían hasta los jefes de servicio pidiendo una barra de pan». Porque la seriedad, entendida como reserva, no te hace mejor trabajador, eso lo sabemos muy bien por estos lares.

Fuera del ámbito laboral, Alfonso tiene claro a qué le gusta dedicar el tiempo libre: «El fútbol. Me gusta enseñar a los niños. Tengo un equipo de doce niños y es genial. Los ves crecer, aprender. Tengo el carnet de entrenador y empecé porque me dijeron: “Por qué no entrenas a mi niño, ya que sabes”. Y ya voy por doce. Vamos los martes a entrenar y la verdad es que disfrutas. Un día estaba lloviendo y me los traje al taller a dar una clase teórica. Es una experiencia muy bonita, de verdad. Conseguimos que aprendan, que no es poco». Debemos señalar que dos de esos doce niños son los hijos de Juan y Fran García. Juzguen ustedes mismos.

Antes de dejar a Alfonso Navarro trabajar le pedimos que destaque algo de la empresa para la que trabaja: «Lo mejor de esta empresa es el buen ambiente. Ellos [Juan y Fran García] han conseguido un equipo humano buenísimo. Para mí no son jefes, son amigos. Si nos tenemos que tomar una cerveza el viernes, nos la tomamos. Cuando tienen que ser jefes, son jefes, pero para mí son amigos. Yo cumplo con las pautas que me marcan, respondo. El resto viene solo». Nos cuentan él y Fran una serie de anécdotas relacionadas con bromas que organizan a los recién llegados a Protecsur. Novatadas bastante elaboradas, por cierto, que nos hacen reír a carcajadas y comprender que, efectivamente, son una  familia.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies