La secuencia de Fibonacci en las apuestas deportivas

Fibonacci

Hace unos días estaba leyendo la prensa deportiva, concretamente la crónica de un partido que acabó empate a cero. Como siempre, repasé lo comentarios de otros lectores -a veces son más interesantes que la propia noticia en sí-, y varios mensajes rezaban sólo una palabra: “Fibonacci”. Me pareció raro hasta que recordé que existe un método de apuestas con ese mismo nombre y que, casualidad, se basa en apostar al empate.

El caso es que repasé cómo se realiza el método -no, no lo voy a explicar aquí, es muy sencillo encontrar más información en Internet-, y ello me llevó a indagar sobre la sucesión de Fibonacci. Es la típica cuestión que ves en películas o lees en libros, pero pocas veces vas más allá. Y, francamente, he descubierto un mundo.

En esencia, la sucesión comienza con los números 0 y 1, y cada número siguiente es la suma de los dos anteriores. Expresado de forma matemática:

f0 = 0

f1 = 1

fn = fn-1 + fn-2

Liber Abaci

Y de forma gráfica: 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, etc… Según parece, es una sucesión descubierta el año 200, y cuyo hallazgo se atribuye a un matemático indio llamado Pingala. En Europa fue introducido por el también matemático Leonardo de Pisa, conocido como Fibonacci, en 1202. Concretamente, en su obra Liber Abaci. La utilizó para calcular con precisión el número de crías que pueden tener una pareja de conejos en un año. Sin embargo, un uso tan mundano como ése resultó ser sólo el principio. Se ha trabajado mucho sobre esta sucesión de números y hoy en día se utiliza en computación, biología, teoría de juegos o, incluso, música.

Pero, a título personal, lo que más me ha sorprendido, es que la sucesión está presente de forma constante en la naturaleza: los ancestros de cualquier zángano en un panal de abejas sigue de forma rigurosa la secuencia de Fibonacci; la podemos encontrar también en las ramas de los árboles, la disposición de las hojas de cualquier tallo… incluso en la forma de la concha de un nautilus. Además, cuanto más tiende al infinito, la secuencia se acerca la proporción áurea, un número que, seguimos sin saber por qué, es una norma en las formas naturales. Muchos pintores han defendido la proporción áurea como máxima expresión de la belleza. Da Vinci, por ejemplo, fue uno de ellos.

Y de todo esto surgió un método de apuestas, semejante a la martingala, que se basa en los empates con cuotas superiores a 2,61 por euro apostado. Una estrategia que tiene como antecedente una investigación para conocer la tasa de reproducción de una pareja de conejos. La respuesta a todas nuestras preguntas está ahí, sólo es cuestión de verla. A veces, es tan simple como esta progresión matemática. En esa sencillez reside su belleza.

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