«Cada vez las máquinas son más complejas, estamos evolucionando».
Desde este medio siempre hemos defendido que el sector del juego es uno de los pocos en los que se reconoce el trabajo de todas las personas porque se es consciente de que todas las tareas son imprescindibles. Sin gerencia, cualquier empresa se iría a pique, y sin mecánicos, también. La industria del ocio suele reconocer de manera activa la labor de todos los trabajadores, y eso es algo que se nota en el ambiente de cualquier evento. De otra manera sería imposible ese trato cercano tan característico.
Juan Manuel Álvarez es un miembro de la familia del sector desde hace casi tres décadas; durante los últimos diecinueve años trabaja para PlaySol, la compañía de Enrique Rosas (pulse aquí para leer la entrevista que mantuvimos con él): «Bueno, hago de todo. Sobre todo, servicio técnico, pero si tengo que recaudar, recaudo, y si hay que cambiar máquinas, también las cambio. Llevo con PlaySol casi diecinueve años. Antes estuve ocho o diez años en otra operadora más pequeña. He hecho reparaciones eléctricas en otros sectores, pero de forma muy puntual». Después de tanto tiempo de dedicación, ha vivido desde dentro los profundos cambios que ha experimentado y experimenta esta industria prácticamente desde la creación del primer slot. «Cada vez las máquinas son más complejas, estamos evolucionando. Hay que ponerse al día. Cada vez dependemos más de ordenadores y muchas veces es más cuestión de informática que de electrónica. Además, los fabricantes cada vez arreglan más en remoto, nosotros estamos más atados».
Los montadores viven las ferias con intensidad, por supuesto: «Estas ferias, más que complicado, es cansado. Si fuera la primera quizás si me parecería algo excepcional, pero ya llevo unas cuantas, desde antes de que fuera Expo Congreso». Con casi treinta años de experiencia, poco o nada puede coger de improviso a Juan Manuel Álvarez. Instalar una máquina en un stand no es muy diferente a montarla en un local de hostelería. En cualquier caso, se trata de una tarea titánica, eso es innegable. Y una labor que posibilita la celebración del evento. Sin el trabajo de todos, sería una empresa inviable.
Fuera del trabajo, Álvarez es un hombre de gustos sencillos: «Como hobbie, lo que me queda es la lectura». Debemos señalar que esa afición se aprecia con facilidad sólo escuchando a Juan Manuel expresarse. Utiliza palabras poco frecuentes con una precisión extraordinaria y eso, en el lenguaje hablado, es complicado. Sigamos: «Y cuando me lo permiten, tocar la guitarra. También procuro darle más atención a la familia. Las niñas son cada vez más mayores y hay que aprovechar los últimos tirones antes de que dejen de hacerme caso [sonríe]».
Sirva este texto como homenaje y agradecimiento a una de las piezas de la industria que, como las demás, es clave. Y que esperamos, deje de ser anónimo.