Comenzamos este nuevo curso con una entrevista que nos hace mucha ilusión hacer. Es la primera persona que habla con nosotros por segunda vez (increíble, pero cierto) y es también la primera que hacemos por videoconferencia. Les hablamos de Mario Fernández. Desde que hablamos con él en aquel septiembre de 2018 han cambiado mucho las cosas, desde luego (pulse aquí para leer la entrevista del 2018). Tras dejar Tecnausa, Mario trabajó durante un tiempo para Grupo Ballesteros para recalar finalmente en Infinity, donde actualmente desarrolla su actividad profesional. Sobre estos cambios -en especial acerca de este último- hubo una cobertura bastante amplia por parte de la prensa especializada; alguna newsletter extraordinaria hubo, incluso, por parte de publicaciones americanas. Tenemos que preguntarle al interesado, por supuesto:
«Es curioso. Hace un mes se pusieron en contacto conmigo de Caribbean Gaming Show para participar en un foro; a raíz de ahí comienzo a recibir peticiones. Ahora en septiembre participo en Soloazar, la revista argentina, en la que salí en la portada de su edición internacional. Me ha resultado muy bonito, muy curioso, divertido, da vértigo… [risas]. Se te junta todo un poco porque te das cuenta de que algo has hecho en este sector, algo ha tenido que pasar para que trascienda de esta manera. Es una noticia muy buscada, no sé por qué». Nosotros tampoco. Bueno, en realidad, sí; es que Mario es Mario.
Comenzamos la conversación cuando Mario Fernández aún está en las oficinas de Infinity. Empieza la conversación llevando una mascarilla corporativa. Nos cuenta: «Bueno, por diferentes cuestiones dejé Ballesteros y surgión esta oportunidad en Infinity. Yo esta empresa ya la conocía desde sus inicios, de cuando estaba en Tecnausa. Y muy bien, tienen producto, la verdad. Antonio Alcázar me dijo que me volviese para Levante, que tendría que estar pasando frío [risas]. Y tengo producto, tengo manga ancha para trabajar… para mí ha sido como volver a casa, los conocía a todos». A Mario le gusta su trabajo, le gusta el sector: «Este sector es complejo, pero si te dejan trabajar con libertad es muy, muy divertido y engancha mucho. Estoy muy, muy contento». Y se nota.
No podemos dejar de preguntarle por el confinamiento. De hecho, cuando hablamos con él estamos aún en la primeras fases de la desescalada, y es un recuerdo que aún tenemos reciente. Muy reciente: «La cuarentena ha sido teléfono, teléfono y teléfono. Los últimos días lo dejé todo ultimado para volver a la oficina y aquí estoy. Me he hecho un masterchef, eso sí. Te hago una espuma de mar buenísima [risas]. He aprovechado para hacer otras cosas en casa… y Netflix, como todo el mundo [risas]. Distinguía entre mañana, tarde y noche, pero no si era domingo o jueves. He aprovechado para seguir formándome, he hecho algunos cursillos…». Van a cerrar las oficinas, por lo que seguimos hablando con Mario Fernández mientras camina por la calle.
En el trayecto que separa el coche del edificio de Infinity nos cuenta: «Es un momento complicado, pero es un momento de oportunidades también, por supuesto. Y habrá muchas oportunidades de negocio. El tema es saber adaptarse, sobre todo a los clientes. El presupuesto para ocio va a ser más limitado, y habrá que adaptar también las máquinas. Por ejemplo, igual es mejor alquilar la máquina que venderla. Es momento de ser flexible». Un optimismo contagioso y no falto de razón. No es para menos, él conoce bien las empresas del sector: «Yo empecé limpiando máquinas a los dieciséis. A los dieciocho, cuando tuve edad de entrar a los salones, empecé a recaudar. Nunca, jamás, he visto a un menor jugar. Incluso he visto hablar con jugadores para que no jueguen si empieza a suponer un problema. Los profesionales no lo permiten porque no les compensa. Pienso que va a haber mucha oportunidad de negocio, pero hay que adaptarse, y los profesionales sabrán hacerlo».
Llega Mario al coche y se fuma un cigarrillo mientras terminamos la conversación de la misma forma que la acabamos en Torremolinos, quedando para la próxima. Como él dice, «hay cosas que no van a cambiar». Y menos mal que es así.