Otra pandemia

En 2008 estrenaron en los cines de todo el mundo Crepúsculo, la primera de una serie de exitosas películas dedicadas al amor adolescente entre un vampiro y una humana. Al margen de la calidad de la historia original o de las películas en sí -también salían una especie de chicos lobo que vestían la misma cantidad de ropa con independencia de la forma adoptada-, lo cierto es que la historia del vampiro es relevante. Porque el vampiro adolescente contrajo la Gripe española en 1918 y la única forma de salvar la vida fue esa: convertirse en una especie de conde Drácula contemporáneo. Vegetariano, eso sí, porque en algún momento decidió que sólo se alimentaría de animales salvajes y nunca de seres humanos. Y encima de poder volar y tener una fuerza hercúlea, resultaba ser atractivo. Un partidazo de vampiro, vamos.

El tema es que aquella gripe se llamó española porque nuestro país era uno de los pocos no implicados en la Primera Guerra Mundial y la prensa de España pudo ofrecer una cobertura de la epidemia amplia y sin censura. Sin embargo, el origen, parece seguro, estuvo en Estados Unidos. La Gripe española, además, fue la primera gran pandemia del siglo XX. Se reconocen siete más, entre ellas el SIDA, pero para que se hagan una idea, la gripe de 1918 mató en dos años a más personas que el VIH desde que se reconoció esa enfermedad en 1981. La situación que vivimos es excepcional, pero no es ni mucho menos nueva.

De hecho, no es la primera vez que se suspenden partidos de la liga de fútbol en España. En 1957, concretamente el 20 de octubre, once partidos fueron suspendidos entre Primera y Segunda División, y noventa y nueve jugadores se encontraban contagiados. “La Liga, completamente deshilachada” fue el titular que escogió ABC para iniciar la sección de deportes del número de aquel día. Página 99, por si tienen la curiosidad, puede consultarse en la hemeroteca digital del diario de manera gratuita. En la siguiente jornada, el 27 del mismo mes, tampoco se jugaron todos los encuentros. Según el bioquímico Santiago Grisolía se repartieron treinta y cuatro millones de vacunas, si bien la mayoría no llegaron a utilizarse. Además, señala, en aquellas fechas no existía vacuna específica contra el virus de la gripe, por lo que a los jugadores se les inyectó probablemente algún suero de escasa efectividad. Es verdad, el impacto fue relativo y no es una situación tan alarmante como la actual, pero convendrán conmigo que las condiciones socioeconómicas tampoco son comparables. Ignacio Uribe, delantero del Athletic de la época, cuenta que tomaban leche caliente con coñac y una aspirina. Por supuesto, tampoco se recomendaba salir de casa. Pero no me negarán que el tratamiento ha cambiado.

Imagen tomada de : https://www.tintaamarilla.es

Tampoco es necesario que exista una pandemia para que los gobiernos inicien campañas de sensibilización relacionada con los contagios. Durante la Segunda Guerra Mundial eran frecuentes los carteles que invitaban a no correr riesgos, no viajar y evitar toser y estornudar sin un pañuelo. “Un pañuelo a tiempo salva a nueve”, reza el cartel que les ofrecemos. Cualquiera puede aportar algo en momentos de crisis; por ello, se animaba a conservar la salud no exponiéndose en la medida de lo posible a situaciones potencialmente peligrosas. Por ejemplo, se recomendaba no viajar si no era estrictamente necesario o evitar las aglomeraciones. Seguro que les suena.

En definitiva, lo que vivimos en estos días es nuevo para todos, pero sólo por la generación a la que pertenecemos; el ser humano ya se ha enfrentado antes a enfermedades iguales de agresivas con menos medios y conocimiento, a situaciones extremas, y aquí seguimos. Así que no les quepa duda, saldremos adelante, ya lo hemos hecho otras veces. Que se lo digan a las personas de este sector, ¿no creen?

 Mucha fuerza y ánimo para todas y todos ustedes.

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